Satanización de las renovables con ejemplos extremos
El proyecto de ley promotor de las energías renovables (RER) aprobado en mayo del año pasado en la Comisión de Energía y Minas del Congreso (Dictamen N° 30) es materia de una extraña manipulación en la mesa directiva del Legislativo. Se programa en la lista larga para debate en el pleno (lista de lavandería injustificable), se le pasa a la llamada lista priorizada (las que se supone se someterán a debate y votación), y, en simultáneo, se programan audiencias para recibir más opiniones en la Comisión.
Mientras el trajín de idas y venidas se practica, se lanzan mediáticamente afirmaciones falaces y trilladas; me adelanto a dos que ya están en las alforjas de los heraldos de las desventuras. Corresponden a los casos de Ecuador y España.
El lapidario aserto sobre el caso ecuatoriano dice: “construyeron hidroeléctricas que son renovables y ahora tienen apagones de 10 horas”, monserga tendenciosa basada en que el gobierno de Rafael Correa, entre 2007 y 2017, incrementó la oferta hidroeléctrica en 121%, con la construcción de centrales hasta por 2,456 megavatios (MW). Ecuador tiene limitaciones con termoeléctricas, el gas natural es insuficiente y, en las de diésel, tienen que importar el combustible. No se reparó en la hidrología ni se apostó por diversidad. A esto se sumaron dos problemas: 1) fallas en la construcción, que no permiten desarrollar toda la capacidad, y 2) paralización de inversión de los gobiernos que sucedieron a Correa. Hoy tienen déficit por sequía severa.
En el caso español sucedió todo lo contrario. Entre 2008 y 2024, el gobierno incentivó desordenadamente las RER; la oferta eólica se multiplicó por 2 y la solar por 8. Hoy tienen superávit, de manera que, en determinados horarios, los productores tienen que pagar para que retiren su energía producida, debido a la sobreoferta.
El caso peruano está lejos de esos dos malos ejemplos: no se están imponiendo cuotas obligatorias de RER, hay diversidad y, tal como está escrito el dictamen, conjuntamente con la normativa vigente, la venta de energía a distribuidores y clientes libres tendrá que hacerse con un respaldo de capacidad.
No hay que dejarse sorprender por todas las admoniciones que los fósiles nos envían con sus voceros ilustrados y con sus espontáneos.
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