Salud mental
Durante años la salud mental ha sido dejada de lado por los gobiernos sin darle la importancia que merece, consecuentemente no ha recibido ni la atención ni el presupuesto necesario. La salud mental de acuerdo a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Por eso se recomienda desarrollar estrategias asequibles, eficaces y viables para promover, proteger y recuperar la salud mental.
La OMS ha publicado un informe a finales de junio de 2022 sobre la salud mental en el mundo desde principios de siglo. El informe nos dice entre otras cosas que, en el 2019, casi mil millones de personas (entre ellas un 14% de los adolescentes de todo el mundo) estaban afectadas por un trastorno mental. Los suicidios representaban más de una de cada 100 muertes y el 58% de ellos ocurrían antes de los 50 años de edad. Los trastornos mentales son la principal causa de discapacidad y son responsables de uno de cada seis años vividos con discapacidad. Las personas con trastornos mentales graves mueren en promedio de 10 a 20 años antes que la población general. Los abusos sexuales en la infancia y el acoso por intimidación son importantes causas de depresión. La depresión y la ansiedad aumentaron más de un 25% en el primer año de la pandemia solamente.
Los 194 Estados Miembros de la OMS (entre ellos Perú) han suscrito el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030, por el que se comprometen a lograr las metas mundiales para transformar la salud mental. En el Plan se formulan varias recomendaciones que se agrupan en tres bloques. El primero, profundizar en el valor y el compromiso que atribuimos a la salud mental, por ejemplo, aumentar las inversiones en salud mental, no solo garantizando los fondos y recursos humanos adecuados, sino también a través del compromiso de los dirigentes, formulando políticas y prácticas basadas en la evidencia y estableciendo sistemas sólidos de información y seguimiento. Segundo, reorganizar los entornos que influyen en la salud mental, como los hogares, las comunidades, las escuelas, los lugares de trabajo, los servicios de atención de salud o el medio natural. Tercero, reforzar la atención de salud mental cambiando los lugares, modalidades y personas que ofrecen y reciben atención de salud mental, establecer redes que se alejen de la atención de custodia prestada en hospitales psiquiátricos y que abarquen un amplio espectro de atención. Sin duda tenemos mucho por hacer.
@sandrostapleton
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