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Ridículo sin precedentes

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¿Cómo andamos en política internacional?
Fecha Publicación: 26/01/2022 - 22:50
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Los que conocemos la trayectoria de los periodistas peruanos a quienes el presidente Castillo concedió entrevistas por separado, imaginábamos, al menos con los precedentes de César Hildebrandt, que sus preguntas, repreguntas y contrapreguntas, sin ser irrespetuosas, iban a dirigirse a la yugular de los actos presidenciales altamente contaminados desde la asunción al poder, porque de lo que se trataba era de que el Presidente explicara clara e inequívocamente a la población los hechos en los que se halla involucrado para no solo ser honrado, como él dice, sino también para parecerlo. Lamentablemente la entrevista fue una tremenda decepción porque con preguntas casi con las respuestas hechas, solo nos mostró un presidente incapaz de comunicar nada, reconociéndose incompetente para el cargo para el cual fue elegido y que es una víctima inocente porque es un profesor pobre, campesino y honrado a quien nadie preparó para ser presidente.

De Nicolás Lúcar ya sabíamos que iba a ser un diálogo patero, donde el tuteo iba a mostrarnos a dos patas de barrio conversando sin profundidad sobre la conducción del país, siguiéndose la línea de victimización del Presidente, un maestro rural, pobre, honrado y sin preparación para ser presidente de la República y quien jamás se daba cuenta de lo que sucedía alrededor suyo, sea en Sarratea o en Palacio de Gobierno.

Sin embargo, la gran estocada vino de un periodista de la CNN, muy versado, directo y no comprometido que puso al presidente Castillo contra las cuerdas demoliéndolo funcionalmente, a tal punto que, internacionalmente, el Perú ya es considerado un país con un presidente que no sabe cómo gobernar, teniendo como única respuesta su remisión a la palabra “pueblo” cuando las papas queman.

En esta columna hemos venido sosteniendo desde siempre con base en el ideario de Perú Libre, que no es el presidente Castillo quien gobierna al país sino el Partido Marxista Leninista “Mariateguista” en donde confluyen sectores maoístas, castristas, narcoterroristas y los caviares, incompatibles ideológicamente entre sí y que, por ende, van por el camino de las hegemonías en luchas internas que cada vez serán más visibles y violentas.

El Partido, para los marxistas, es el pueblo, de modo tal que cualquier funcionario del nivel que sea no tiene sino que obedecer las directivas que provienen del Partido porque todos son fusibles y no indispensables.

También hemos venido sosteniendo en esta columna que todas las rencillas con el Congreso son movimientos distractivos mientras se va consolidando la cooptación de las entidades públicas y el aseguramiento, a mediano plazo, del control absoluto de la base social a través de prefectos, subprefectos y los que conocíamos como tenientes gobernadores.

Un elemento esencial para un gobierno así es el control de la prensa. Ya silenció o cautivó a muchos y ahora se lanza contra los opositores.

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