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Rey y Barba (I)
Si de algo tengo temor es a quedarme sin recuerdos y para ello lo mejor es perennizarlos con la escritura. Los que me siguen desde hace varios años en diversos medios de prensa, recordarán que me gusta escribir mis anécdotas y de lo que vi durante mis años en el Congreso.
El domingo antepasado fui invitado al programa “Rey con Barba” y en el trayecto los recordé en el Parlamento. Escribir sólo de Rey sin nombrar a Barba o viceversa es como pretender preparar un ceviche sin limón. Ambos constituyen un referente en la política contemporánea peruana y seguramente lo seguirán siendo en la inmortalidad. Rey es más joven que Barba, pero no por mucho, ambos iniciaron su carrera política lobeznos y llegaron al Parlamento llenos de ilusiones y energía, pero cada quien a su estilo. Rey inquieto, Barba parsimonioso. Rey buscaba cualquier rincón contiguo al hemiciclo para despachar documentos porque su oficina quedaba en la avenida Abancay, él como buen ingeniero, maximizaba el uso del tiempo; inclusive los días de sesión usaba mi oficina para trabajar y me decía respetuosamente “Pepito si te incomodo me voy” y yo le respondía “no, por favor, querido Rafa, estoy feliz que te sientes en el lugar del Oficial Mayor “ y no era hipocresía porque Rafael siempre me inspiró empatía y confianza y me daba gusto verlo trabajar en mi despacho. Pero mi espacio no era el único, “inauguró” su oficina en la Sala Mariátegui; colocó en un rincón discreto una mesita redonda, una silla y un anexo telefónico para despachar documentos congresales, mientras esperaba su turno para hablar en el hemiciclo. Con el tiempo se me ocurrió ponerle en esa mesita una placa que decía “tenga usted en cuenta que en esta mesita trabajó por 26 años el congresista Rafael Rey Rey”. Rafael era uno de los pocos congresistas que “decía en público lo que hablaba en privado”, para él no existía el doble discurso, sin importarle si era o no políticamente correcto. También trabajé con él cuando fue parlamentario andino, viajábamos siempre a Colombia y me permitió conocerlo más como persona y gran ser humano. Me apena dejar aquí el relato. La próxima columna será dedicada a Pepito Barba quien con su puro y tacita de café expreso en mano caminaba por todo el Congreso y relataré sobre “Los Cuchilleros”, conformado por congresistas conspiradores de bromas para mitigar el estrés parlamentario.