Resucitó
La semana pasada hablamos de lo más importante: defender la vida del no nacido. Nadie puede pensar que dejaremos o desfalleceremos algún día de dar esa batalla. En multitud de ocasiones se me han acercado en distintos lugares del mundo y en especial de la “Iberosfera” políticos de primera línea, o periodistas de reconocido prestigio de uno y otro color político para reconocer entre susurros y bambalinas que el aborto es un crimen. Más de uno llegó a decir “el peor crimen de nuestra sociedad del que nos avergonzaremos en el futuro”. Sin embargo, estas gentes siguen su camino con, probablemente tormentosa, apariencia de tranquilidad. Pero esas palabras que nos han dejado son la promesa de un futuro distinto, mejor.
Si la vida es un milagro, quitarla es un crimen. Es un acto irreparable. Nadie puede devolver la vida. No existe una segunda oportunidad para un ser humano muerto. Sin embargo, los cristianos celebramos hoy, algo increíble para los no creyentes, que Cristo resucitó. Y esto tiene su importancia y mucha, entre otras razones podemos afirmar que sin resurrección no habría Hispanidad.
Sabemos que la Hispanidad es una de las grandes manifestaciones culturales del mundo, una herencia de la historia y la tradición que abarca siglos de evolución y desarrollo.
En ella se amalgaman nuestra cristiandad, la rica historia, la diversidad lingüística y las tradiciones populares de una vasta geografía que se extiende por América, Asia, Europa y África. La Hispanidad es, por tanto, una realidad compleja y plural que ha dado forma a una identidad colectiva que trasciende las fronteras nacionales.
Actualmente, la Hispanidad, por un lado, hace frente al globalismo y la homogeneización cultural que amenazan con erosionar las raíces de Fe y cultura que definen nuestra identidad hispana y, por otro lado, debe contrarrestar los embates de la “brisa bolivariana” con sus señores de la mentira dispuestos a dividir y enfrentar hasta en lo más íntimo.
En este contexto, la resurrección de Cristo adquiere una importancia singular, un significado aún más profundo. Jesucristo resucitado es la piedra angular de la cristiandad, y por lo tanto de la Hispanidad, y el evento que da sentido a la existencia humana. La resurrección es la esperanza de una vida eterna y la promesa de una redención que transciende el tiempo y el espacio. Es también una afirmación de la dignidad humana y una defensa de la vida. En un mundo que a menudo desprecia la vida y la libertad, es una invitación a la esperanza y a la transformación.
Y es aquí, donde la Hispanidad adquiere una dimensión trascendental. En ella encontramos la belleza de nuestra historia común, la fuerza para emprender, resistir y conquistar cualquier adversidad con alegría. Es en esta dimensión donde residen las bases, seamos hoy creyentes o no, de nuestra manera de ser y pensar, de nuestra manera de existir y relacionarnos con el mundo. Porque por muy duro que sea el camino, nosotros, ya hemos ganado. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Por: Víctor González Y Coello de Portugal
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