Restricciones en el Canal de Panamá
El Canal de Panamá, que al mediodía del 31 de diciembre de 1999 el gobierno de los Estados Unidos de América devolvió al de Panamá y que geopolíticamente ha definido a este importante país de Centroamérica, ha entrado en severa crisis por la escasez de agua dulce para el normal paso de las embarcaciones que le dan vida al comercio marítimo internacional.
Con una extensión de 48 millas de largo o si prefiere unos 77 kilómetros, en la vía marítima internacional, esta colosal obra de ingeniería contemporánea -he tenido el privilegio de contemplarla-, cuya construcción se inició en 1904 y concluyó una década después -inicialmente quisieron hacerlo los franceses, pero terminaron erigiéndolo los estadounidenses-, y cuya magia permite el paso de las embarcaciones entre el Atlántico y el Pacífico, representa en términos de ahorro unas 8000 millas, es decir, cerca de 12,875 kilómetros, lo que sería mirando retrospectivamente, como las travesías que debieron llevar adelante los marinos durante los tiempos de los grandes viajes descubridores o de circunnavegación al comienzo de la Edad Moderna, dado que sin el Canal debían llegar hasta el extremo sur de Sudamérica pasando por las bravas aguas marinas en el Cabo de Hornos que luego pasaría a la historia como el famoso Estrecho de Magallanes en plena Tierra del Fuego, en honor al gran navegante portugués que, junto a Sebastián Elcano, lo cruzaron en 1520, osando dar la vuelta a la Tierra en una ruta llena de peripecias.
Un poco más de historia para saber que, de hecho, Hernando Magallanes, no pudo completarla muriendo en Filipinas por un enfrentamiento con los naturales de esos territorios asiáticos. Mientras estuvo en manos de Estados Unidos, el Canal definió abiertamente los intereses y la gravitación geopolítica de Washington, pero hay que decirlo, ni Estados Unidos ni Panamá han tenido políticas de previsión por la escasez del agua como sucede ahora por el Niño Global y el cambio climático. Es bueno recordar que hubo muchas tensiones en el largo tiempo en que estuvo bajo la regencia de la Casa Blanca, de tal manera que la devolución que era inexorable distrajo la atención por las eventualidades que comentamos.
Diversos acuerdos entre ambos países terminaron felizmente con la entrega que consumó para Panamá un nuevo libreto y estrategia de su política exterior por el enorme valor económico que representaba el Canal, ahora en sus manos, pero pareciera que se concentraron únicamente en los ingresos y más bien desnudaron poca inversión en las contingencias que hoy se advierten. Hoy, debido al alto tránsito del comercio internacional, que ha convertido a Panamá en una de las naciones más importantes del continente permitiendo una abierta movilización de sus intereses en el mundo, esa realidad no puede dejar de ser atendida.
El 98% del comercio planetario es marítimo y por el canal se produce uno de los mayores tránsitos de embarcaciones del globo. El Perú debería mirar con lupa las consecuencias que pudieran producirnos en lo inmediato las recientes restricciones de paso a partir de las que afectarán a los propios panameños con directo impacto en los ingresos para este país.
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