Responsabilidad social y unidad nacional…
En el artículo 46 de la Constitución se establece como deber primordial del Estado, entre otros, promover el bienestar general, que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación.
La Nación la integramos todos los peruanos y, sin excepción alguna, es nuestro deber participar en la defensa de la patria ante amenazas internas o externas cuando el Estado deba cumplir su deber de garantizar la seguridad nacional.
La seguridad nacional exige que el país cuente con autoridad moral afincada en cada uno de sus habitantes y, especialmente, en sus gobernantes, pero también con una fuerza material disuasiva en manos de las instituciones mediante las cuales el Estado nos garantiza la seguridad y la paz social.
El problema es que nunca habrá seguridad si no se genera riqueza para sustentar el desarrollo integral y equilibrado para toda la población, lo que nos lleva a la obligación de cada peruano, como nación, de mostrarse como unidad indisoluble hacia el exterior para no mellar la imagen ni la competitividad internacional del Perú, porque solo así se podrá ganar más mercados para nuestros productos, conseguir grandes inversiones que generen muchísimos puestos de trabajo y, progresivamente, ir eliminando la pobreza e impulsar la calidad de nuestra producción con una educación de calidad que alcance a todos los peruanos.
Como en cualquier país, siempre van a existir problemas internos por escasez, mal gobierno, injusticias, arbitrariedades y mil motivos más, pero son temas internos que debemos discutir y resolver entre nosotros utilizando todos los mecanismos que la Constitución nos concede.
Lo que no resulta razonable es la utilización de las confrontaciones internas para mostrar ante líderes de los demás países del mundo, especialmente a los que representan a los países vecinos, nuestra probable debilidad institucional y desunión social, porque estaríamos destruyendo la imagen país, haciendo del Perú un lugar poco respetado y económicamente inviable, porque sería aislado en el ámbito internacional con el peligro de volver a ese universo de pobreza que casi siempre nos ha agredido a lo largo de nuestra historia.
Recordemos lo que sucedió con el guano y el caucho: nos empobrecimos y, como no teníamos ni fuerza moral ni fuerza material, fuimos presa fácil de agresiones externas cuyo costo fue la pérdida territorial por todas nuestras fronteras, lo que se había agravado porque los países del mundo de entonces nos aislaron y ni siquiera pudimos comprar las más elementales armas.
No aprendemos las lecciones de nuestra historia y repetimos esas eternas luchas intestinas en las cuales siempre se hacía intervenir a ejércitos mercenarios de otros países, los que luego terminaron invadiéndonos.
APEC es un foro de oportunidades mil para afianzar nuestro desarrollo, tal y como lo quiere la Constitución. No lo echemos a perder.
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