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Respeto mutuo entre Perú y China

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Fecha Publicación: 11/11/2024 - 23:00
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Se anuncia la próxima llegada al Perú del líder chino Xi Jinping. China es un país comunista por estrategia, no necesariamente por convicción. La Revolución Cultural de Mao Tse-Tung ocurrió ya pasada la mitad del siglo XX. Esto quiere decir que, en ningún momento, dejó de ser aquel enorme imperio que siempre fue, es y, por cierto, seguirá siendo. Su cultura está demasiado relacionada con aquel estilo imperial que hizo de China continental la gran nación que contribuyó a darle al resto del mundo parte de su reconocida sabiduría y legendarios descubrimientos, los cuales han beneficiado al planeta entero desde hace innumerables siglos.
Sin embargo, políticamente hablando y para todos los efectos de nuestras relaciones bilaterales, China es, desde cualquier punto de vista, un país perteneciente al bloque de naciones comunistas, cultura que choca frontalmente con la democracia que el Perú ha abrazado como nación latinoamericana desde hace dos siglos. Por otro lado, debemos reconocer que, territorialmente hablando, China es la nación más poblada del orbe y, por cierto, la única que le disputa la preeminencia mundial —tanto geopolítica como científica y económicamente— a los Estados Unidos de América, el, hasta ahora, ícono de la democracia mundial más poderoso e importante del planeta.
Durante siglos, el Perú ha sido un buen destino para incontables ciudadanos chinos que emigraron de su país debido a la mala calidad de vida que soportaban en su nación. Gente que se afincó, formó familia, trabajó y progresó en el Perú; y que, hoy en día, ha visto a sus generaciones integrarse exitosamente en la sociedad peruana.
Sin embargo, recientemente —de esto hará tan solo tres o cuatro años— China ha venido interesándose paulatinamente por el Perú. Entre otras mega inversiones, ha adquirido las dos empresas distribuidoras de energía eléctrica que abastecen a nuestra capital; ha invertido fuertemente en grandes proyectos mineros —como Las Bambas— y, muy en especial, se ha asociado con inversionistas locales para construir el nuevo megaproyecto del puerto de Chancay, la envidia de los países de la región con frente al océano Pacífico y fuente de una indisimulada mortificación para los Estados Unidos.
El impacto socioeconómico, político y vecinal de este megaproyecto todavía está por verse. Se anuncia, además, la posible construcción de un segundo megapuerto, en esta ocasión en nuestra costa sur, concretamente en Marcona, y no necesariamente con capitales chinos.
Mantengamos prudentemente esta importante experiencia peruano-china dentro de los cánones de respeto y consideración mutua entre dos naciones diametralmente opuestas en lo político, pero cercanas en cuanto a intereses económicos, dada la fusión de nuestras dos culturas a lo largo de estos siglos. Tanto en lo social como, sobre todo, en lo político e ideológico, ambas naciones somos notablemente diferentes. Por tanto, cuidémonos de asegurar bien los pasos futuros que mutuamente vayamos a dar, a efectos de transformar nuestra vinculación socioeconómica en un sólido instrumento de paz, progreso y desarrollo.

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