Releer a Kafka
El escritor que no quería ser recordado tras su temprana muerte, a los cuarenta años, será celebrado a lo largo de este año. A un siglo de su partida, Franz Kafka (1883-1924) será homenajeado alrededor del mundo con eventos, películas, y reediciones de sus libros. No es para menos, pues revolucionó la literatura moderna.
Kafka exploró en su obra todo aquello que lo angustió: la alienación, los regímenes opresivos que sofocan las libertades, los padres tóxicos y lo absurdo de la burocracia, sí la burocracia que no es un mal actual, sino que se remonta a miles de años atrás.
La antigua civilización egipcia creó el primer sistema de gobierno burocrático, luego la China del Qin Shi Huang (259-210 A.C.) y la Roma Antigua. Inclusive en el Nuevo Testamento aparece la figura del burócrata ‘Zaqueo’, un rico recaudador de impuestos (Lucas 19; 1-9) que tras conocer a Jesús y pasar una noche conversando con Él se arrepintió de haber cobrado hasta a los más desamparados.
Jorge Luis Borges publicó una nota en diario El País, en 1983, en la que resaltó que Kafka escribió textos “donde se establece algo eterno. […] El hecho de haber escrito un texto que trasciende el momento en que se escribió, es notable. Se puede pensar que se redactó en Persia o en China y ahí está su valor. Y cuando Kafka hace referencias es profético. El hombre que está aprisionado por un orden, el hombre contra el Estado, ese fue uno de sus temas preferidos”.
El centenario de este escritor checo, que escribió en alemán porque nació bajo dominio del imperio Austro-húngaro, permitirá a la generación ‘Harry Potter’, esa que cree que las cosas se logran moviendo una varita mágica, descubran la eternidad de los problemas que nos toca enfrentar y resolver o al menos catalizar con obras inmortales.
Delgado, de ojos inmensos y mirada profunda pidió incinerar sus manuscritos tras su muerte. Agradezcamos a su buen amigo Max Brod, novelista y dramaturgo, que preservase ese material y difundiera el tesoro literario que contenía. Kafka y Brod se conocieron a principios de 1900 y su amistad perduró hasta la muerte de Kafka en 1924. Brod publicó algunas de las novelas más importantes de su amigo: “El proceso”, “El castillo” y “América”. De “El proceso” nace eso de kafkiano para referirse a lo que se torna absurdamente complicado.
Leer a Kafka es positivo para el cerebro: una investigación de las Universidades de California en Santa Bárbara y de Columbia Británica, publicada en 2009 en Psychological Sciences, descubrió que mejora la capacidad para aprender nuevas tareas y ayuda a encontrar orden en un mundo, aparentemente, sin sentido.
Los comunistas, por supuesto, trataron de ocultar su obra. ¡Así que a releerlo!
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