Raúl, a su manera
Al cerrar los ojos debe haber visto el mar que tanto amó y sentir la sal de esa vastedad mezclándose con el aroma y los sabores de los fogones de ese loco sueño que hizo realidad: el restaurante Costa Verde. Cuando la vida se le escapaba seguramente escuchó la reventazón de las olas y las brazadas de aquel joven disciplinado que a punta de empeño fue campeón sudamericano de natación y recordó, también, cuando el gobierno le entregó los Laureles deportivos en 1957, por romper un récord y otras hazañas. Tras una vida larga, fructífera y exitosa vida Raúl Modenesi La Rosa, mi tío Raúl, mi “otro” papá, se fue, como un ágil delfín surcando el agua, dejando una estela de lindos recuerdos.
Modenesi fue el gran difusor de la culinaria peruana en el ámbito internacional, el pionero. Fue en la Expo de Sevilla, al recordarse los 500 años de la llegada de Colón a América, cuando nuestra comida dio el gran salto internacional en el stand del Costa Verde, los participantes de esa feria, provenientes de diferentes países, se abarrotaban y hacían largas colas bajo el abrasador calor para probar por primera vez las delicias peruanas y, por supuesto, el pisco sour de Raúl, distinto y mejor que todos porque él lo hacía a su manera, como le dijo también a un periodista cuando le preguntó cómo preparaba el exquisito Lomo Saltado, “a mi manera” contestó a esa pregunta y a tantas otras. No en vano la canción de ese mismo nombre, “My Way” (a mi manera) era su preferida.
En el Costa Verde –injustamente expropiado y destruido– probaron nuestros platos desde Julio Iglesias hasta “Tarzán” (Johnny Weismuller), pasando por las hermanas Kennedy, entre otros notables artistas, políticos y personalidades. Ese fue por largas décadas el epicentro de la gastronomía nacional, donde la humilde comida casera empezó a fusionarse y a convertirse en manjar para los más exigentes paladares, sin perder para el peruano ese sabor de hogar, de recuerdo, de infancia y para los extranjeros una cierta familiaridad gustativa. En una entrevista dijo “Cada plato tiene una historia y resume el trabajo, el gusto y el arte para combinar sabores y aromas. No es fácil.
Pero el que tenga vocación de cocinero, adelante. El que quiera triunfar en la cocina o en cualquier otro negocio, debe ser disciplinado, responsable, trabajador”. Y vaya si era trabajador, en su afán de servir los peces y mariscos más frescos de Lima, los compraba casi a diario en la caleta de San Andrés en Pisco, y los traía vivitos en bateas con agua de mar.
Descansa en paz campeón, aquí te recordaremos con cariño y admiración y por habernos enseñado que una caída no es más que una razón para levantarse y seguir en la lucha. Gracias por tanto y por esos hijos hermosos a los que considero mis hermanos, especialmente a mi Titi.