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¿Quieren narco partidos?

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Fecha Publicación: 30/11/2019 - 21:00
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El dinero privado nacional es el medio más transparente y seguro para financiar a los partidos políticos. Lamentablemente muchos empresarios prefieren no inmiscuirse o guardar en reserva sus donaciones para evitarse sanciones del ganador pues no necesariamente será el candidato al que apoyaron. Poner topes ridículos (como 10% en Colombia) o complicadas fórmulas mixtas al apoyo de los privados a la política solo facilita el ingreso de dinero sucio, sea del narco-terrorismo, la tala y minería ilegales o de fuentes internacionales que impondrán sus propias agendas.

¿El empresariado tiene una agenda propia? Sí, pero esa agenda es mayoritariamente positiva: protege y fomenta el libre mercado, apunta a mejorar el clima de negocios, a eliminar la tramitología, destrabar inversiones, entre otros asuntos que generan empleo, crecimiento, mejoramiento de la calidad de vida de miles y permite una mayor recaudación para las obras, la seguridad y los servicios que el Estado debe garantizar a los ciudadanos. Visibilizar a los aportantes privados y no satanizarlos, como se ha pretendido hacer recientemente con el señor Dionisio Romero y Credicorp, llevará a una mejor actuación pública empresarial y a la búsqueda de marcos legales para beneficio de todos. Limitar el aporte de privados o acosarlos -como le ocurre a quienes compraron entradas para los cócteles de Keiko Fujimori- lanza a los partidos nuevos y a los más pequeños directamente a las garras del narco, o de mafias internacionales como Odebrecht. El dinero público no debe respaldar la política sino invertirse en la infraestructura necesaria para el desarrollo y sacar a millones de la pobreza.

La izquierda continental abomina el dinero político privado porque difícilmente llegará a ellos. En la conferencia ‘Sistemas electorales y el Dinero en la Política’, realizada en noviembre en Asunción, Paraguay, nuestro connotado zurdo Fernando Tuesta dijo que los controles no funcionarán mientras fluya el dinero de origen privado cuyos aportantes buscan una “contraprestación” en el poder, cuando eso no es problema del origen del dinero sino de pésimos controles. En los Estados Unidos las campañas son financiadas mayoritariamente por privados y hasta 2,500 dólares pueden ser de fuentes anónimas. En 2008 Barack Obama recaudó más de 660 millones de dólares privados para su campaña, ningún fiscal abrió innecesarias investigaciones a sus aportantes ni les preguntaron por qué le dieron a fulano y no a perencejo. Obama gobernó y no hubo ninguna hecatombe de corrupción; a contramano, en España, el 80% del financiamiento es público y al darles a todos se banca hasta a los separatistas.

Las fuentes privadas honestas protegen a los partidos del inagotable dinero del narcotráfico.