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¿Quién liderará la transición?

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Fecha Publicación: 09/06/2022 - 22:40
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La gran tragedia del fujimorismo es que siendo como es hoy la primera fuerza política del Parlamento, luego de la desintegración paulatina de la bancada primigenia del partido del gobierno, así como de otras menores, no puede ni asomar la cabeza por la mesa directiva del Congreso próxima a elegirse en julio. Y no es porque carezca de derecho, que lo tiene. Es simplemente porque su sola presencia en esta mesa le daría a Castillo el suficiente oxígeno que necesitaría para seguir quedándose en el poder.

¿Se imaginan ustedes lo que hubiera pasado si el fujimorismo hubiese integrado la mesa de la señora Alva? Pues se hubiera vuelto a dividir el país en fujimorismo y antifujimorismo, con el consecuente triunfo político de Castillo pese a todas sus tropelías. Por eso es que esa bancada, ayer la segunda y hoy la primera del Congreso, ha guardado un perfil tan bajo que no truena ni suena, salvo honrosas excepciones como la de Patricia Juárez, sin visos de que ese silencioso y mediocre desenvolvimiento se revierta en el futuro de una próxima legislatura, sino acaso en todo el periodo congresal mientras este dure. La explicación está en la realidad de los hechos: el fujimorismo si bien existe, divide inexorablemente y de eso no sólo han tomado nota sus enemigos de siempre, sino la derecha que sabe que ya no se puede apostar por un liderazgo político de esa agrupación. Cabe entonces preguntarse cuál puede ser el futuro del fujimorismo en esas condiciones que lo mantienen relegado como opción política seria debido a los anticuerpos que genera el liderazgo de la dinastía Fujimori que lo preside. Así las cosas, el futuro del fujimorismo es una muerte lenta, una agonía prolongada hacia un final inexorable. Hasta los supuestos jóvenes cuadros de recambio se han despintado o empequeñecido.

Este tema va de la mano con el de quién presidirá e integrará entonces la nueva mesa directiva. Y esto porque sin el fujimorismo al que echarle mano por las razones expuestas, no hay muchas alternativas a la vista. Nadie confía ya en Acción Popular al que se sabe vendido al gobierno incapaz y corrupto de Castillo, además de la campaña artera que le ha hecho cierta prensa a su presidenta. APP está en las mismas, sacando de ese saco a Echaíz y a Chiabra, quedando solo las minorías de Renovación Popular y Avanza País como bazas de recambio, pero dependiendo de los votos de la mayoría, ahora representada por el fujimorismo y algunos otros que se unan a ese combo de votos. Lo cierto es que el Congreso es tan impresentable que no hay mucho de donde elegir, pues el Gobierno se ha dado maña para desprestigiarlo comprando a varios congresistas, corrompiendo el palacio de la Plaza Bolívar como en la mejor época de Montesinos.

Y es ahí donde se juega la sucesión presidencial y las elecciones generales adelantadas que tendrán que ser lideradas por alguno de este Congreso venido a menos. ¿Cómo sería posible una transición ordenada en esas condiciones políticas deplorables? ¿Quizás las Fuerzas Armadas deban tomar el control momentáneo de la situación con el fin de convocar a esas elecciones generales dejando al Congreso la tarea de realizar las reformas políticas necesarias para ello? ¿Aceptará el Parlamento? ¿Es ello mejor que una posible “junta de notables” donde se subirán todos los caviares esperando su momento entrando por la puerta falsa? No hay respuesta segura a estas alturas. Lo único cierto es que Castillo no durará mucho tiempo y las instituciones políticas y civiles están en escombros como para tener la credibilidad y legitimidad de llevar el peso de una transición post castillista a cuestas.

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