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¿Quién cuida el patio trasero?

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Fecha Publicación: 20/06/2025 - 21:30
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En un mundo que se redefine, América Latina queda en silencio mientras China y Estados Unidos disputan la hegemonía económica, tecnológica y diplomática. Los gobiernos de la región carecen de una estrategia regional común y de mecanismos institucionales efectivos para proyectar autonomía. El problema está claro y el responsable también: la propia América Latina.
La parálisis no es casual ni inocua, es la consecuencia de décadas sin liderazgo regional ni visión estratégica, con organismos como la Alianza del Pacífico, CELAC y UNASUR reducidos a foros decorativos. Mientras el mundo avanza, América Latina se mantiene en espera.
Hoy, seguimos llamando “patio trasero” a esta región rica en recursos, talento y potencial. Pero ese “patio”, que ayer fue zona de vigilancia de Estados Unidos, hoy es terreno abierto a nuevas potencias, sin reglas, sin defensa y sin jardineros. EE. UU. ya no ejerce su poder como en el pasado y América Latina no ha logrado asumir la responsabilidad de su autocuidado.
China, en cambio, avanza con un enfoque pragmático y una visión clara, estando presente en todos los países sin que sea de interés su integración, y deja la región aún más fragmentada.
En contraste, el Sudeste Asiático es un caso admirable. Mientras el organismo integrador ASEAN articula relaciones entre EE. UU. y China mediante el hedging —que es una estrategia de equilibrio en el mercado financiero basada en el pragmatismo y la multialineación—, en América Latina la falta de alineamiento activo se ha traducido prácticamente en inacción.
El legado de dependencia con EE. UU., sumado a la debilidad de mecanismos de integración, ha dejado a la región sin coordinación ni rumbo común. Mientras tanto, países como Singapur o Vietnam han aprendido a negociar con ambas superpotencias sin perder margen de maniobra ni visión de futuro.
En el Perú tenemos un caso concreto que debería hacernos reaccionar. El puerto de Chancay, financiado por capital chino, es más que una infraestructura: es una pieza geopolítica sin análisis regional sobre su impacto. ¿Quién controla los datos, la seguridad o la interoperabilidad de estos proyectos? Si seguimos tratando estas inversiones como hechos aislados, perderemos la capacidad de gestionar el mapa estratégico de nuestra región.
Además, la competencia entre las potencias no se limita al territorio, sino que también se extiende a la tecnología, especialmente a la inteligencia artificial. Mientras China y EE. UU. están haciendo enormes inversiones en estándares, chips y talento, América Latina se queda atrás sin visión, inversión ni marcos regulatorios sólidos. Nos estamos convirtiendo en consumidores dependientes o campos de prueba, sin capacidad de definir nuestro propio futuro.
Como advierte Brookings, en la geopolítica de la IA, quien no participa ahora quedará excluido de futuras negociaciones. Coordinar acciones eficaces en países cuyos gobiernos generan desconfianza es un reto considerable. América Latina debe invertir en inteligencia estratégica y revitalizar organismos como la CELAC, pero solo con miembros comprometidos y realistas.
Es muy importante fomentar alianzas interregionales y desarrollar talento técnico en áreas clave como la IA, la ciberseguridad y el análisis geopolítico. Construir la soberanía y ejercer la autonomía son tareas que requieren esfuerzo y dedicación.
Perú, al igual que otros países de América Latina, se encuentra ante una decisión crucial. Inversiones de hoy, como el proyecto de Chancay, pueden llevar a una dependencia mañana si no se toman con una visión nacional y regional. Se trata de una cuestión que define nuestro destino.
Si no nos encargamos de nuestro “patio trasero”, corremos el riesgo de que otros no solo lo ocupen, sino que lo redefinan sin nuestra participación. Entonces, dejará de ser “nuestro” espacio para convertirse en un terreno más en disputa, sin identidad ni propietario.

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