Qué vergüenza, mandatario Vizcarra
Si bien Lima tiene tres veces la población de Guayaquil, al inicio de la pandemia en la capital económica ecuatoriana la situación sencillamente se escapó de control. El 25 de marzo acumulaban 1,063 fallecidos y 25,000 contagiados; sólo ese día hubo 1,200 contagios y 29 muertes. Entre tanto acá recién el 19 de marzo hubo el primer deceso. Ecuador nos llevaba leguas. Inclusive el 25 de marzo ya ocupaba el segundo puesto en el mundo por número de fallecidos. Vizcarra y su incapaz gobierno en ese tiempo se sentían seres superiores y descuidaban criminalmente un hecho fundamental. Pero, ¿por qué Ecuador logró superar el desastre, y el Perú lo sustituyó con creces?
Ayer EXPRESO publicó una estupenda entrevista a la alcaldesa de Guayaquil, donde responde a esa pregunta. El 6 de abril Ecuador registró 460 muertes. ¡Sólo ese día! La cosa era dramática. Pero desde el 26 de mayo Guayaquil registró cero muertes por el Covid. La alcaldesa Cynthia Viteri lo explica en síntesis. “En tiempo récord, erigimos cinco hospitales en las fronteras de la ciudad y preparamos a la población coordinando con el gobierno y todo el sector privado”. Aprenda, alcalde Muñoz. En lugar de actuar como monigote oficialista. En contraste, nada de esto hizo Vizcarra, consciente de que la peste llegaría tarde o temprano al Perú. Incuso con tanta o mayor fuerza que la que soportó Ecuador. Vizcarra fue incapaz de preparar al país. Por ejemplo, adquiriendo medicinas, respiradores, camas UCI, oxígeno, mascarillas, uniformes y otras materias básicas para abastecer a los médicos y enfermeros.
Además de pruebas moleculares y, en menor cantidad, las rápidas (dada su evidente inconsistencia). Asimismo debió colocar sendos pedidos de hospitales de emergencia prefabricados –habían en el mercado con fecha de entrega en un mes– para ensamblarlos en espacios amplios, como los estadios. Vizcarra se dedicó a ideologizar la pandemia, convirtiéndose en el Chávez peruano, bien sentadito delante de su mamarrachento gabinete ministerial pregonando sandeces. ¡Y, por supuesto, mentiras para desinformar al país! Lo hacía diariamente, durante largas dos o tres horas que propalaban servilmente los canales de la prensa corrompida. En esto sí destacó Vizcarra. Engañó infamemente a los peruanos. Pero, en paralelo, los asustó con el cuento que la sociedad entera iba a infectarse si usted no permanecía encerrada en su casa durante tres meses seguidos. Esto trajo como consecuencia una brusca paralización de la economía, con aquellos gravísimos estragos de recesión, miseria, rencor y agitación social que comprobamos cotidianamente. Vale decir, Vizcarra no sólo es el responsable del crac económico nacional, sino de los casi siete mil muertos (oficiales, porque según el New York Times la cifra es dos o tres veces mayor) y alrededor de 240,000 infectados del Covid-19 que registra este país. Por ambos gravísimos cargos será juzgado al concluir su mandato.
Apostilla. En abril de 2021 –apenas diez meses adelante–, la ciudadanía deberá acudir a las urnas para elegir un nuevo gobierno. Hablamos del año del sesquicentenario de la Independencia. Fecha que no celebraremos sino conmemoraremos por la gravísima crisis nacional.