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¡Qué tal cuajo el de Pedro Castillo!

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Fecha Publicación: 09/03/2023 - 22:10
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Toda persona por más avezada que sea goza del derecho a la defensa, así como del derecho a no autoincriminarse, garantías procesales cuya inobservancia afecta el “debido proceso”.

Dicho esto, en opinión de esta columnista, la estrategia de victimización asumida por parte del vacado presidente del Perú, Pedro Castillo, investigado por golpista y, en su caso, por actos de corrupción, que se deja apreciar en sus diligencias con los operadores de justicia, genera arcadas (náuseas), no sólo porque sus cuestionadas acciones y las de su entorno palaciego del cual todo indica estaba al tanto, han sido tan evidentes, tan obvias, en perjuicio de la administración pública y del orden democrático, que para el común de la gente popular no admite prueba en contrario (contraprueba).

Es entendible, es humano el miedo a podrirse en la cárcel, que parece será el destino inexorable de este triste personaje, en razón a la sumatoria de penas que podrían llegar a 32 años de prisión y que solicitaría el Ministerio Público dada la gravedad de los cargos, pero es indigno, irritante, que alguien que ha representado a la Nación en el más alto cargo, pretenda ningunear la inteligencia de la ciudadanía y del Sistema de Justicia, queriendo pasar por un “preso político”, por un damnificado de la oligarquía, de un profesor provinciano discriminado en razón de su origen rural, sobre todo de cara al Perú profundo y a la comunidad internacional, ¡es de un cuajo monumental!

Sus poses post detención y estribillos de victimización que repite una y otra vez y que imagino alguien le escribe ya que Castillo no dio muestras de hilar dos frases juntas, salvo cuando leía los discursos escritos que le preparaban sus asesores para sus actos públicos, apelarían a una estratagema inspirada en aquella técnica propagandística de “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, adjudicada al nazi Joseph Goebbels, en este caso en versión chotana. Sería menos indecoroso apelar al silencio como mecanismo de defensa que tratar de hallar la cuadratura del círculo, en razón de las evidencias y pruebas recaudadas por los fiscales que deberán actuar los jueces y que demostrarían su culpabilidad.

En fin, el defenderse es su derecho constitucional, en la forma y modo que elija, como también del Estado, de poner a buen recaudo (tras las rejas) a personajillos que intenten vulnerarlo.

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