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¿Qué está pasando en Níger?

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Fecha Publicación: 12/08/2023 - 20:30
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Níger, país de África Occidental mediterráneo, es decir, sin acceso al mar, de la denominada región del Sahel –una extensa zona del norte del continente (de unos 5,400 km de longitud) que la atraviesa de extremo a extremo–, sufrió el pasado 26 de julio un golpe de Estado –el presidente, Mohamed Bazoum, democráticamente elegido, ha sido detenido–, por un grupo de militares encabezados por el general Abdourahamane Tiani, que se han autoproclamado la defenestración para “salvar” a esta nación africana de 27.2 millones de habitantes, considerada entre las más pobres del planeta.

Como sus vecinos, Malí y Burkina-Faso, que también ha padecido en los últimos años de golpes militares, Níger es un país con grandes desestabilizaciones producto de la ausencia de instituciones sólidas para enfrentar la alta penetración del yihadismo y en donde la anarquía, debida a los bajísimos estándares de respeto de normas y prácticas convencionales, podría dar paso a una cruenta etapa de guerra, si acaso se llega a producir en las próximas horas, una intervención militar internacional, como ha advertido la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que exige la restitución del mandatario por estas horas manteniendo en la condición de rehén y sin que se conozca nada del paradero de su familia.

Mientras las horas pasan por el ultimátum, cuyo plazo ha vencido el día de hoy, la inminente acción de la Fuerza de Reserva de la CEDEAO con el objetivo de restablecer el orden constitucional en esta alicaída república del continente africano, que tiene, además, el apoyo de gran parte de la comunidad internacional, colma de incertidumbre al mundo.

Aunque las distancias entre Europa del Este, donde Rusia sigue una guerra encarnizada contra Ucrania, y Níger, ubicado en el corazón del Sahel –entre el desierto del Sahara por el norte, y la selva africana, por el sur–, son realmente relevantes, no sería descabellado considerar entre las variables que giran alrededor del golpe de Estado en Níger, de un lado, la presencia del ya conocido grupo mercenario Wagner, al servicio de Moscú -es verdad que no están en Niamey propiamente dicho, pero sí en los países vecinos–, y de otro, por asociación no muy difícil de construir, las intenciones del presidente ruso, Vladímir Putin, de contar con uranio, mineral que cuenta Níger en abundancia.

Al cierre de esta columna, la atención mundial sigue concentrada en qué decidirá la junta militar alzada, que ha amenazado con asesinar al presidente Bazoum, si acaso se produce la irrupción militar regional que comentamos, liderada por Nigeria, que cuenta con más de 2,500 soldados, listos para operar. En rigor no hay nada a la vista que podría asegurar que una acción militar exógena sea la solución al problema interno en Níger.

Al contrario, la amenaza de que se produzca una conflagración en la región sería devastadora para una de las porciones más marginales del planeta. Habrá que actuar con mucho tacto y la diplomacia junto al poder mundial, deberán jugar su partido para que este Níger no termine ensangrentado y en camino hacia el ocaso de ser considerado Estado fallido.

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