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¿Qué es un narcoestado?

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Fecha Publicación: 11/08/2023 - 21:00
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Con frecuencia suele creerse y erradamente que un narcoestado es aquel en el que existe un notable flujo del comercio de la droga o aquel otro en que se producen cultivos masivos de hoja de coca o una alta producción de pasta básica todavía no refinada, es decir, faltándole aún los procesos finales para su referida venta ilícita.

También se cree que un narcoestado es lo mismo que un Estado corrupto –puede ser un elemento constitutivo, pero no es lo mismo– o en el que las investigaciones desnudan un alto índice de lavado de activos, habida cuenta la existencia de una evidencia incontratable del origen ilegal de importantes sumas de dinero que aparecen de manera abrupta para ser invertidos en negocios aparentes. En los casos referidos, entonces, no se habla de un narcoestado, aunque podrían configurar el camino para serlo.

Para quedar la evidencia o el acto demostrativo de así ser calificado, deberá comprobarse la conexión del tráfico ilícito de drogas con las autoridades gubernamentales de un Estado, pudiendo ser del gobierno nacional o central o de los gobiernos subnacionales (regionales, municipales, locales, etc.).

Por tanto, en el narcoestado, es el mismo Estado el que yace dominado por la droga, incluso viviendo de sus jugosos y onerosos dividendos. Así, pues, en el narcoestado el tráfico ilícito de drogas termina convirtiéndose en la primera fuente de ingresos, como pasó al gobierno de Panamá que presidió el general Manuel Antonio Noriega, condenado en los Estados Unidos de América por este delito. México, Colombia y recientemente Ecuador han sido tipificados ligeramente de narcoestados. Aceptarlo así significaría afirmar que, sus gobernantes son parte de cárteles de la droga y eso también es ligero y hasta irresponsable.

Es verdad que el narcotráfico pretende de mil formas penetrar en el Estado y enquistarse en sus entrañas burocráticas por las facilidades que le da la corrupción, pero también lo es que el Estado mismo brega permanentemente para no caer en sus redes, casi en una relación dialéctica entre sus actores.

El narcotráfico casi siempre busca operar en los períodos de campañas electorales en nuestros países, convirtiéndose en una amenaza para los sistemas democráticos de América Latina, pero también –hay que decirlo– aparece como una despreciable tentación para algunos candidatos. Para que nuestros países no se conviertan en narcoestados invirtamos en educación.

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