¿Qué es exactamente un golpe de Estado?
Antauro Humala, hermano del expresidente Ollanta, acaba de llamar a consumar un golpe de Estado contra el gobierno constitucional de la presidenta Dina Boluarte. Aunque se trate de uno donde la mandataria cuenta con 5% de aprobación ciudadana, nadie, en su sano juicio, podría pedir que se produzca un acto antijurídico contra un gobierno constitucional, que guste o no, es lo que contamos desde el realismo jurídico político del país. Con lo anterior, sí me corresponde desde el derecho y la ciencia política, decir qué es un golpe de Estado, dado que últimamente la definición ha sido ampliamente manoseada o desnaturalizada. Lo primero que debemos decir, entonces, es que se trata de un acto violento para tomar el poder político del Estado. Sin esta premisa, queda descartado que lo sea, pues conseguirlo sin la voluntad ciudadana que lo otorga, es una usurpación, que es tener el poder que el pueblo no ha concedido o entregado sino tenerlo atropellando a la voluntad popular porque se efectúa en acto marginal a la voluntad del soberano. Ahora bien, puede ser por métodos coactivos (uso de la fuerza) o coercitivos (amenaza), que finalmente consuman lo mismo. Por el golpe de Estado la referida voluntad popular ha sido secuestrada y se lleva adelante con el objetivo de tener control efectivo y absoluto del poder político desapareciendo su equilibrio, propio de los sistemas democráticos con imperio del derecho. La única manera de identificar que se haya producido un golpe de Estado es verificando que la Constitución ha sido pisoteada y todos los actos de iure o de derecho han sido atropellados por los actos marginales o actos de facto que terminan imponiéndose. Erradamente se cree que el golpe de Estado es una desquiciada aventura de los militarismos imponiendo el capricho de los tanques para decidir el destino del Estado. Es una verdad a medias pues muchos civiles también lo han llevado adelante y hasta liderándolos. Tampoco es cierto que el golpe de Estado solo lo consuman los que quieren el poder que no cuentan. También lo realizan quienes teniéndolo son intolerantes a las reglas de la democracia que, por sus mecanismos dieron acceso al poder a quienes lo detentan y que una vez en sus manos, desdeñan de la democracia como sistema político. Mirando el Perú reciente, como profesor de derecho y con la Constitución en la mano, pero sobre todo como hombre de Estado, digo que jamás debemos incitar a un golpe de Estado. Eso es completamente irresponsable, y conduce hacia la involución de la conciencia jurídica-política de los peruanos.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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