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¿Qué enciende la mecha violentista?

Fecha Publicación: 20/10/2019 - 22:10
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Las recientes jornadas violentas en Ecuador y Chile gatilladas por alzas de productos y servicios básicos en la economía popular deben dser analizadas profundamente y determinar cuáles son los factores que alimentan, acumulan y explotan la ira ciudadana.

Uno de los primeros vectores del análisis debe ser el grado de bienestar de las sociedades. La evolución de este indicador clave se distorsiona por cifras macroeconómicas que lo alimentan: ingreso per cápita y niveles socio económicos; y, a otros que vinculan coberturas de acceso a salud, educación y saneamiento.
Si comparamos con estos indicadores a las sociedades de Ecuador y Chile, el simple resultado del análisis arroja que, nuestro vecino país del norte presenta un alto nivel de riesgo para la eclosión social, mientras que el país de la estrella solitaria estará en una envidiable zona de confort.

Un segundo vector es el tema de libertades económicas y fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Ecuador también presenta una evolución limitada y trastabillada en ambos temas. El control de precios, los elevados subsidios e instituciones debilitadas por una clase política corroída por la corrupción, conforman otra zona vulnerable para encender la pradera social.

En cambio, Chile lidera los rankings latinoamericanos tanto en libertades económicas e institucionalidad. Desde la caída de la dictadura militar de Augusto Pinochet, la clase política sureña ha sido elogiada por su madurez en cuanto a respeto a las decisiones populares de elegir gobiernos de izquierda o derecha, que de alguna u otra manera cultivaban la herencia del modelo económico cincelado por un añejo capitalismo, que atraía inversiones y conectaba su economía al mundo.

Al ver las imágenes de violencia de las últimas jornadas en las principales ciudades chilenas, que dejaron muerte y destrucción de bienes públicos y privados, uno se pregunta: ¿por qué una sociedad con un aparente grado elevado de bienestar social, económico y democrático, desata con furia el grito de injusticia, desigualdad y hartazgo a su clase política?

Para quienes por muchos años han mostrado como ejemplo a seguir el modelo chileno de crecimiento, resultaría bueno ir discriminando -a la luz de una evaluación quirúrgica- qué partes de la fórmula mágica para un “crecimiento sostenible” no han logrado atacar la injusticia y desigualdad.

Más allá de acusar a los incendiarios de ser parte de hordas alimentadas de resentimiento y de ideologías extremistas, es oportuno reconocer las fallas de nuestra democracia y trabajar en buscar una justicia sin blindajes y una economía más humana, inclusiva y solidaria.

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