Qué drama que Congreso con 6% de aprobación, repita el plato
La búsqueda por aproximarnos a una ideal representación nacional (no uso el término de idónea, porque es demasiado pedir), seguirá siendo una quimera en el Perú. Por lo pronto, ni por asomo nos acercaremos a mejores resultados en su conformación en las elecciones generales 2026, vistas las reformas electorales aprobadas por los legisladores de este período parlamentario, que, si bien aunque impopular, restableció la reelección congresal inmediata, que fuera derogada como efecto del referéndum del 9 de diciembre del 2018, perdiéndose la experiencia de aquellos que hicieron carrera política en este cargo, que, aunque contados con los dedos de las manos, su performance en el control político, leyes de calidad y legitimidad frente a sus electores que sí se sentían representados por estos, constituían la fortaleza de este poder del Estado.
La reforma electoral que da luz verde a los actuales parlamentarios a reelegirse, la han hilvanado de tal manera que les asegura, en su mayoría, repetir el plato en el 2026. Si no, veamos en el caso propiamente del Senado, la cámara más importante, a la que han dotado de mayor poder político. Las organizaciones en carrera presentarán, por ejemplo, para Lima Metropolitana una parrilla de 4 candidatos (Distrito Electoral Múltiple), de manera que, según el arrastre del candidato presidencial, que, visto el desinterés, el desapego hacia la clase política, según todas las encuestadoras y la ignorancia hacia nombres, rostros y símbolos partidarios nuevos en contienda, lo que favorecerá a la larga a los partidos tradicionales, que en los últimos años cortan el jamón en el Perú, sacarán el mayor porcentaje de los votos válidos (fuera nulos y blancos) y, según la votación del partido, colocarán a los más votados de esos 4 candidatos de sus listas, que por arrastre siempre resultan los número 1.
En tal caso, muchos de los actuales congresistas permanecerán en el Legislativo, los más conocidos de los partidos tradicionales; difícilmente veremos nuevos rostros.
En cuanto al voto preferencial, juega en contrario a los intereses del país, porque ya vemos el poder o influencia que ejercen en la sombra las economías ilegales en la agenda parlamentaria. En mi opinión, todo hace presagiar que la criminalidad encubierta tendrá representación y hasta bancadas en el próximo Congreso, porque gozan del poder económico para manejar campañas políticas, obtener los primeros números en las listas parlamentarias y, una vez electos, bajo el paraguas de no estar sujetos al mandato imperativo, se abrirán en el Parlamento y darán la espalda a la organización que los llevó ahí, para legislar según sus propios intereses.
La citada reforma aprobada no debió regir de forma inmediata para el 2026; no era ético ni elegante legislar en favor propio. Si lo que se buscaba era mejorar esa representatividad, los congresistas en función debieron reservar su vigencia para las subsiguientes elecciones generales. Esto que han hecho suma a la alta resistencia y desaprobación del 89% que gozan de la ciudadanía, según Ipsos Perú en encuesta nacional del 25 y 26 de septiembre.
Qué drama para nuestro país que se permita a congresistas del universo de un rochoso e histórico 6% de aprobación, según la misma encuesta, coincidente con otras, la reelección inmediata. Caldo de cultivo para que el elector vote por un radical o antisistema.
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