Privatizar Petroperú con accionariado difundido
¿Está o no está quebrada Petroperú? Lo responderá una prestigiosa firma de auditoría internacional. Los anteriores directorios, e inclusive el que acaba de renunciar, no se atrevieron a formularlo.
Una petrolera que tiene deudas por más de $8 mil millones, que anualmente, para operar una refinería incompleta, demanda del Estado, desde casi su inicio, miles de millones de soles. El año pasado solicitó $1,000 millones, y para el presente pide $2,400 millones. El Gobierno entregará el 50%. En el argot popular, es “un barril sin fondo”.
La demagogia y el oportunismo izquierdista generaron un falso nacionalismo alrededor del petróleo entre las décadas de los 50 y 70; fue toda una falacia.
Hoy comprobamos lo acertado que estuvo el presidente Belaunde al resolver el impasse con la International Petroleum Company (IPC) en 1968. Recuperó La Brea y Pariñas e hidrocarburos en su subsuelo, sin pagar un centavo. La Empresa Petrolera Fiscal (EPF), en nombre del Estado peruano, extraía el petróleo y la IPC estaba obligada a adquirirlo a un precio superior al establecido internacionalmente ($2.30 por barril), para tratarlo en la refinería, que estaba a cargo técnico y económicamente de la IPC.
Medio siglo después, vemos que el cuento de la “Página Once” permitió quebrar el orden constitucional. Velasco, su camarilla militar y las rabonas que siempre aparecen en este tipo de arbitrariedades propiciaron que la petrolera estatal, rebautizada con el ostentoso nombre de Petroperú, concluyera en una situación de calamitosa falencia, con más de 4,000 empleados, varios intransigentes sindicatos con la potestad de nombrar directores, y, para colmo, preñada de corruptos manejos.
Mientras tanto, el golpista Velasco intentó ocultar la indemnización de $76 millones pagados bajo la mesa a la Standard Oil, propietaria de la IPC, cumpliendo el convenio “De la Flor-Green”, que cubría el valor de los daños causados a la empresa estadounidense.
Los marxistas-leninistas, auspiciadores de la “hazaña del siglo”, construyeron una moderna refinería en Talara, capaz de producir más del 20% del consumo total, dirigido especialmente al mercado de la selva. Como eran ideólogos –aunque había varios supuestos expertos en hidrocarburos–no transigieron hasta ver el inicio de la construcción de la nueva refinería. Aunque no tenían los planos de ingeniería suficientes para los nuevos derivados exigidos cada cierto tiempo, permitieron, sucesivamente, aumentar su valor. Fueron los embaucadores de una refinería que, supuestamente, produciría todo lo habido y por haber.
No entendían la verdad: ¡Perú no es un país petrolero, es minero! Construir una refinería cuyo valor sobrepasa los $ 7 mil millones es una locura.
La solución es privatizarla, con accionariado difundido. Los consumidores de lo producido por Petroperú adquirirían acciones con un ligero aumento en las unidades de venta.
Los $10,000 millones de sus activos fijos, más $5,000 millones de deudas con el Estado, se pondrían al 50%. Con un gerenciamiento a cargo de una empresa internacional experta, el gran capital privado intervendría, y aquellos que quisieran vender o comprar lo harían a través de la Bolsa. Así se privatizaría lo que debió realizarse en 1990.J
*Ex Senador de la República
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