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Primero los terrucos que Keiko

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Fecha Publicación: 27/05/2021 - 20:30
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Las máscaras han caído a raíz del execrable ataque terrorista de Sendero Luminoso en el poblado de San Miguel del Ene, en donde una columna de Víctor Quispe Palomino (a) ‘José’, al mando de su favorito el camarada ‘Carlos’ o ‘Darío’, un muchacho de apenas 17 años, masacró a 16 personas entre hombres, mujeres y niños. Ante los hechos innegables, corroborados por el jefe de la Dircote, general Víctor Arriola, y la ministra de Defensa, Nuria Esparch, en el Congreso, además de los pronunciamientos del ministro de Justicia y la PCM de que se trató de un condenable ataque terrorista; los caviares, sus voceros y medios han buscado hacer lo que mejor saben, falsear la verdad con “relatos o narrativas alternativos”. Como resulta evidente que el ataque terrorista en el Vraem favorece en términos electorales a la candidatura de Keiko Fujimori en la medida en que se la identifica a ella y al legado de su padre como los vencedores de Sendero y el terrorismo y a la izquierda como cómplice de este, los caviares se han dado maña para poner en tela de juicio que se trate de un ataque terrorista, menos aun de Sendero Luminoso. Estos sostienen, tratando de dar clases de periodismo, de que hay que dudar de la versión oficial cuando ellos nunca dudaron de las que les daba el lagarto todos los mediodías a lo largo de meses de pandemia, mientras esa sanguijuela gobernó el país con todos los medios echados como alfombras. Reyes de los eufemismos, los caviares afirman que sí hubo ataque, pero de un “grupo armado no identificado” (Ojo Público), del mismo modo como eliminaron la palabra terrorismo de los textos escolares para reemplazarla por el de “guerra interna”. La hipótesis de estos fariseos es que se trataría de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes, que Sendero ya no existe y que, en todo caso, lo que hay es “narcoterrorismo”. Todo para no decir ni reconocer que Sendero Luminoso ha resucitado y con los mismos métodos que dejaron 70 mil muertos en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, hasta que Fujimori los derrotó militarmente. Claro, sería comprometedor reconocer que congresistas electos del partido que postula a Pedro Castillo, así como el mismo líder del partido, tuvieron contactos con esos Quispe Palomino que acaban de asesinar a sangre fría a 16 compatriotas. Y lo más patético es cómo van construyendo su narrativa alternativa con fragmentos escogidos de la realidad que les conviene, como entrevistar a un juez de paz que dice prácticamente que “aquí no pasó nada” y que más bien la Marina es la que ha estado haciendo desmanes por la zona. Pero resulta que el “juez de paz” no es otro que un excandidato de la izquierda del hoy aliado de Perú Libre, Juntos por el Perú, y que la Marina brindó apoyo a un operativo policial contra narcotraficantes, destruyendo varias pozas de maceración y que, a raíz de ello, los narcos quemaron la comisaría del sector. Como puede verse, cualquier cosa antes que reconocer que los terrucos existen, que son aliados voluntarios a través del Movadef de Pedro Castillo y que Perú Libre está en contacto con las hordas que quedan de los Quispe Palomino en el Vraem. Porque para los caviares, primero los terrucos que Keiko.

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