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Presidenta mexicana y su juramentación de cabeza

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Fecha Publicación: 25/09/2024 - 21:50
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La primera presidenta en la historia de los Estados Unidos Mexicanos, Claudia Sheinbaum, miembro del partido Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) del saliente mandatario Andrés Manuel López Obrador, acaba de anunciar que, para el día de su juramentación en el más alto cargo de Estado en su país, que será el próximo martes 1 de octubre, no será invitada la jefa de Estado peruana, Dina Boluarte. El anuncio de la electa mandataria azteca acabó con la abrigada esperanza que tuvimos en el Perú de que pudiera iniciarse una etapa de acercamientos progresivos entre México y Perú, considerando el malísimo estado de la vinculación legada por López Obrador que, francamente, ha llevado la relación bilateral al más bajo que registra la historia entre ambos países. Claudia Sheinbaum ha dicho que está de acuerdo con la postura sobre el Perú del gobierno de su mentor y eso es realmente decepcionante. Los presidentes deben contar con un sello y un estilo personalísimos, que los diferencien, incluso, de su antecesor, por más que sea su camarada partidocrático, como pasa entre Sheinbaum y López Obrador. El inicio del gobierno que liderará Sheinbaum nos advierte que, lamentablemente, se han esfumado, en lo inmediato, las posibilidades del esperado acercamiento entre ambos países cuya agenda se ha retrotraído desde que López Obrador determinó abusivamente requisitos para entrar en territorio mexicano y que nuestro país, habiendo decidido coherentemente la reciprocidad por la medida, en un acto sin precedentes, como agachando la cabeza en favor de ciertos sectores, fue levantada a las pocas horas por el excanciller Javier González Olaechea en un demostrado acto de servirlo con tal de cuidar el fajín ministerial a costa de la vergüenza nacional de ver que los peruanos debemos realizar mil peripecias para llegar a México y venerar a la Virgen de Guadalupe, mientras tanto, los mexicanos llegan a nuestro país sin ningún problema, casi hasta sueltos de huesos. Eso jamás se hace cuando se conoce la dimensión de la dignidad nacional. Como para advertir que la electa mandataria azteca se estrenará en el poder “de cabeza”, basta mirar, sorprendentemente, cómo antes que invitar a la presidenta peruana, lo ha hecho a Nicolás Maduro y a Vladimir Putin. Seguramente, si hubiera estado vivo Fidel Castro, también lo tendría entre sus “visitantes distinguidos”. En el colmo de hallarse “de cabeza” la flamante política exterior mexicana en la era Sheinbaum, ha sido invitado el llamado primer ministro de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que no existe jurídicamente y, por tanto, no cuenta con reconocimiento del Derecho Internacional. El rey Felipe VI de España no estará presente y, francamente, estará bien que no vaya, pues resultará una nueva ofensa que se vuelva a exponer a otro desaire como el protagonizado antes por López Obrador cuando refirió a los cuatro vientos y en tono ofensivo y acomplejado, calificando a los españoles como conquistadores y colonizadores de las Américas. Guardo la esperanza de que nuestra diplomacia, que es de primera, pudiera amortiguar y sortear este difícil momento que parece continuará con México.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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