Prensa libre e inversión
Nuestra sociedad peruana, al igual que la sociedad global, carece de una prensa independiente; es decir, la población no se entera de lo que realmente está pasando en nuestro país y en el mundo.
La información obtenida es filtrada y manipulada por alguien, quien la presenta como más le conviene; seríamos dichosos si obtuviéramos algo objetivo y sin distorsión cada vez que accedemos a las noticias; se luchó tanto por la libertad de expresión y la libertad de prensa para, hoy en día, tenerlas sometidas a diversos intereses que tuercen la información a su antojo.
Un medio independiente siempre estará inmerso en un ambiente hostil, donde el poder político o de otra índole le pondrá zancadillas, ya sea con intimidaciones -abiertas o veladas-, intervención de las autoridades tributarias, interceptación de sus comunicaciones, amenazas a sus anunciantes, con la intención de sacar al medio del mercado.
La prensa, en todas sus formas, debe ser capaz de entender todo lo que está pasando y registrar la historia y mantenerla viva; hacer periodismo requiere dinero, son muchos los emprendimientos al respecto y muy pocos los que sobreviven, en el entendido que -al ser un negocio- necesita capitalizarse, comenzando con el acceso al capital; las entidades financieras no confían mucho en el retorno de la inversión y no apuestan por medios realmente independientes.
La gestión de un medio siempre buscará rendimiento, pero a la par debe ser capaz de conseguir y crear contenido, tareas complejas que requieren mucho conocimiento, se debe tener la capacidad de abordar temas espinosos, como: rendición de cuentas de las autoridades, la corrupción en todas sus formas y ser la voz de todos los ciudadanos, especialmente de los olvidados; quizá suene utópico o fantasioso, pero resulta muy necesario.
Uno de los problemas, como se mencionó, es el financiamiento; no es sencillo conseguir los recursos financieros necesarios para tal empresa, las organizaciones no lucrativas también evitan pisar ese terreno minado; si existen bonos ambientales, de carbono, de electricidad, del gobierno, por qué no pensar en bonos de la libertad de expresión o de la libertad de prensa; al final, se trata de una causa social que podría ser financiada de esa manera.
El financiamiento de los medios debe provenir de inversores que no solo muestren interés por la rentabilidad financiera, sino que también procuren un impacto social positivo; lograr equilibrar ambos intereses no es nada sencillo, requiere de una verdadera vocación de servicio y la voluntad de enfrentarse a los poderosos, de ser necesario, en aras de la objetividad y la transparencia.
Llevemos siempre presente que una prensa libre, en todas sus manifestaciones, constituye la columna vertebral de un sistema democrático y un celoso vigilante de los negocios. ¡Apostemos por una prensa libre!
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