Prensa corrupta, Congreso chantajeado
¿Tan bajo ha caído este Congreso que está a punto de claudicar ante sus verdugos? Verdugos que montaron una mascarada para desacreditarlo, vilipendiarlo y dinamitarlo dejándole así la cancha libre al Ejecutivo. Un Ejecutivo secuestrado por la progresía marxista que dirige a la concentración mediática que emprendió aquella devastadora cruzada contra el Parlamento. ¿Acaso los legisladores elegidos por la población –como representantes suyos ante el Estado– son tan poca cosa que ahora habrían decidido arrodillarse ante una prensa corrupta que diariamente los extorsiona; ante esa prensa venal que incesantemente los atormenta; ante esa prensa sinvergüenza que vive del subsidio político de la publicidad estatal y que gracias a ello se ha convertido en la aliada incondicional de un régimen que, bajo cualquier perspectiva es uno de los peores gobiernos que ha tenido el país? ¿Estos son los congresistas que pretendían hacer las veces de contrapeso en aquella delicada responsabilidad fiscalizadora del Ejecutivo que les asigna la Constitución, pero que por medianía y temor han sido tan pequeños que ni siquiera han sabido fiscalizar la labor del Ejecutivo, y menos aún han podido ponerle freno a los poderes fácticos que, en su propias narices, han capturado todos los ámbitos del Estado? Por último, esta ralea de parlamentarios –cada uno se embolsica más de S/ 300,000 anuales de nuestros impuestos y viven rodeados de comodidades, como policías a su disposición las 24 horas del día, incondicional acceso a toda repartición pública, agasajos por doquier, etc.–; estos congresistas, repetimos, no contentos con todo lo que reciben resulta que por pánico a la prensa canalla habrían decidido reformular la ley que prohibía la corruptela del avisaje estatal, adecuándola a una versión descafeinada –pero corrompedora, al fin– que satisfaga plenamente a los voceros del cartel mediático que encabeza el clan El Comercio e integran sus compinches de La República, RPP y canales 2 y 9. Regresaríamos así a esa viciosa forma de facturarle decenas de millones de soles anuales al Estado por publicar avisos públicos, cuando estos en rigor no son sino informaciones de interés general que los denominados “medios de comunicación social” deberían publicarlas sencillamente como noticias. Porque es evidente que el Estado peruano no debería hacer campañas publicitarias. En ningún país solvente ocurre esto. Acá sí. Porque es una manera “elegante” de comprar al periodismo, en lugar de hacerlo entregándole bolsas con billetes como solía hacer Montesinos.
Dicho esto, vemos con indignación que la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Congreso ha elaborado un predictamen de la norma que regulará la publicidad estatal, propuesta que abre las compuertas para que el dispendio publicitario continúe corrompiendo a la “gran prensa” comprándole su línea periodística. Se habla en él de las “centrales de medio” –estas conforman una organización muy ligada a los llamados “grandes medios de comunicación”–, así como de las medición del rating, vicio idéntico al de las encuestas fabricadas a la medida del interesado.
El Pleno no puede ni debe aprobar semejante favorecimiento a este clan periodístico que, además, permanentemente denigra a la representación del Congreso.