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Por una nariz…

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Fecha Publicación: 07/12/2024 - 21:50
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Después de grandes vacilaciones, he optado por usar este título ante el espectáculo circense que estamos viendo. El lector avezado no se engañará: recuerda el tango de Gardel: Por una cabeza. Pero el entorno y el ambiente son distintos.
Al parecer, la presidenta se internó para hacerse una operación de orden menor ante un facultativo que no va a decir nada por secreto profesional. Los médicos por mi consultados me dicen que eso es con anestesia local y que la recuperación es rápida, salvo cuidar la hinchazón, pero que no inhabilita. De hecho, el ex Premier Otárola así lo ha confirmado y me han alcanzado diversos dispositivos legales que refrendó esos días. Es decir, casi, como una operación de amígdalas.
Pero esto que es tan sencillo, ha merecido los calificativos más exagerados. Y los dividimos en dos: lo primero son los penalistas que han hablado sin cesar mencionando delitos, reales y supuestos en que se habría incurrido. No estoy en condiciones de discutir con ellos, pero a primera vista parecen inverosímiles. Lo segundo, son los políticos, que hablan por dónde más les conviene. Y, en tercer lugar, los constitucionalistas que tienen una opinión generalmente distinta y más ajustada a los hechos. Conviene tener presente que, en nuestro medio, salvo prueba en contrario, todos son constitucionalistas, pues en esto hay mucho contrabando. Los de a verdad, son pocos.
Pues bien… ¿ha habido violación de alguna norma constitucional? Ninguna, pues por un lado la presidenta no descuidó sus ocupaciones y por otro no necesitaba comunicárselo a nadie: repito, a nadie. Y si bien los presidentes son en teoría a tiempo completo, en la práctica no es asi: se conocen casos en que un presidente ha estado acostado y con gripe y no pasaba nada. Incluso casos dramáticos, como el de Sánchez-Cerro, que fue víctima de un atentado en 1932 y estuvo internado 15 días y tan pronto pudo, despachaba en la clínica con sus ministros (en esa época no existía la figura del vicepresidente). Un caso conocido es el de Bustamante y Rivero que en 1947 se encerró en su escritorio durante 3 días y no recibió a nadie: estaba preparando un discurso de inauguración de un congreso internacional de abogados que se llevaba a cabo en esos días. El discurso produjo un deslumbramiento ante el público lleno de abogados. Y nadie dijo nada.
Pero el cargamontón que ha habido, nos demuestra varias cosas: un manejo político, que es interesado; y desconocimiento de las categorías jurídicas a dos niveles: no solo de los que hablan sino de los que actúan. Esto último se patentiza en las denuncias constitucionales que emite la Fiscalía de la Nación – al margen de la investigación iniciada recientemente– olvidándose que de acuerdo al artículo 117 constitucional, el o la presidenta en funciones no puede ser acusada sino por los cuatro casos que ahí están. Es decir, actúan sin saber, no solo jueces sino también fiscales. Pero esto amerita un tratamiento aparte.

Por Domingo García Belaunde 

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