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¿Por qué tanto pánico, señor presidente?

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Fecha Publicación: 15/10/2019 - 21:50
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En una columna anterior señalé que el presidente de la República, Martín Vizcarra, tenía todas las de ganar si se presentaba una demanda competencial por la disolución inconstitucional del Congreso ante el TC, en tanto se mantenga enquistada la argolla roja (humalista). Sucede que la cuatrinca que lidera Eloy Espinosa-Saldaña ya se ha pronunciado a favor del mandatario, y solo la incorporación de Gonzalo Ortiz de Zevallos -algo que, valgan verdades, es sumamente improbable- podría equiparar la balanza.

Pero, por si las moscas, Vizcarra viene haciendo de todo para evitar que el Tribunal Constitucional revise la acción interpuesta por el titular del Parlamento, Pedro Olaechea. A través del procurador de la PCM, Carlos Cosavalente Chamorro, el jefe de Estado denunció a Olaechea por supuesta usurpación de funciones al haber firmado la demanda competencial como presidente del Congreso y no como titular de la Comisión Permanente (CP). Esta acusación carece de asidero: el titular de la CP es el presidente del Congreso, de acuerdo al artículo 42 del reglamento del Parlamento.

Estamos siendo testigos, señores, del primer movimiento autócrata del dignatario: es antidemocrático bloquear que otro poder del Estado pueda ejercer su derecho a la defensa. Si el Congreso ha sido disuelto “constitucionalmente”-como afirma la coalición vizcarrista-, la CP, por lo tanto, sigue en funciones. Así que si el exgobernador moqueguano pretende clausurar también este fuero, no habría dudas de que lo del 30 de septiembre fue un golpe de Estado con todas sus letras, como lo considera este servidor.

¿Por qué tanto pánico, señor presidente? ¿Acaso duda de su interpretación de la cuestión de confianza rechazada de forma “fáctica”? ¿Acaso no confía en su premier Zeballos y en sus constitucionalistas Landa, Cairo, Albán y demás esbirros? ¿Por qué no le hace caso a la OEA o a la Defensoría del Pueblo y permite que el TC resuelva esta confusión y haga docencia jurídica? ¿Por qué no le da legitimidad legal -y no solo callejera- a la disolución del Congreso? ¿Acaso le cree al director adjunto del diario español El País o a la editorialista del Wall Street Journal cuando hablan de que usted asestó un golpe inconstitucional?

Pedro Olaechea no puede amilanarse frente a las imputaciones del temeroso protodictador. Al presidente del Congreso le toca defender la democracia hasta las últimas instancias, sea cual sea el fallo del Tribunal Constitucional. De lo contrario, pasará a la historia como Mercedes Aráoz, quien se acobardó vilmente cuando más se le requería.

Y si hablamos de penosos papeles, Fuerza Popular no se queda atrás: es culpable de que un presidente tan incompetente haya alcanzado tremenda popularidad. En vez de liderar importantes reformas desde el Parlamento, los “naranjas” se dejaron usurpar las facultades legislativas por grupos de “notables”, llegando al punto de quedarse sin reelección.

W. Churchill les espetaría a estos Chamberlain: les dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… eligieron el deshonor y tuvieron (¿perdieron?) la guerra. ¡Elija la guerra, señor Olaechea!