¿Por qué no habrá Tercera Guerra Mundial en lo inmediato?
A contracorriente de los que muchos analistas vienen afirmando de la inminencia de una Tercera Guerra Mundial o de que ya estamos inmersos en ella, debo decir respetuosamente que eso no está pasando y ni pasará, por lo menos en lo inmediato. Voy a sustentarlo desde la ciencia de las relaciones internacionales y desde el realismo político que me gusta trabajar en mis clases. Veamos. El raudo viaje del canciller iraní, Abás Araqchi, para reunirse con Vladimir Putin, ha tenido el objetivo de convencerlo de que Rusia tome partido a su favor en la guerra que Israel y Estados Unidos han iniciado, fundados en un forzado casus belli, pues todos sabemos que los ataques contra Irán están siendo realizados por la excusada guerra preventiva, proscrita por el derecho internacional contemporáneo, y que se refiere al ataque de un Estado (Israel) a otro (Irán), al considerar que éste lo haría en forma inminente contra el primero. Así hecho, carece de legitimidad y de legalidad internacionales para actuar, al no haberse producido una afectación material previa, estricto sensu, una agresión, y todo esto lo decimos objetivamente porque el derecho internacional es garantista por antonomasia, guste o no. Volvamos. El problema para Irán es que más allá de la evidencia de la superioridad militar israelí y estadounidense, su capacidad de respuesta no habría sido mostrada en el tamaño o dimensión esperada por Washington y Tel Aviv, y para transmitir lo contrario, el régimen de los ayatolas ha decidido atacar las bases de Estados Unidos en Qatar e Irak, lo que se esperaba pudiera hacer con sus aliados –Rusia o China–, y no en solitario. Esta realidad desventajosa habría terminado por convencer a Trump de que había llegado el momento exacto para atacar a gran escala a Irán, tal como hizo el último sábado sobre tres puntos estratégicos de producción nuclear y de enriquecimiento de uranio. Rusia y China también son conscientes de esta realidad y por eso habrían decidido no participar del conflicto, y solo concentrarse en un discurso a discreción de condena hacia los agresores y de solidaridad con el agredido. Para Moscú no sería estratégico abrirse otro frente de batalla como el que hasta ahora mantiene con Ucrania, sin que hasta ahora pueda cantar victoria sobre su resultado final. Creería que el viaje del canciller iraní, caído en saco roto en su resultado, debió ser valorado por Putin mirando la guerra rusa contra Ucrania. En cuanto a China, pensaría que Beijing sigue dedicado con suma atención en su imperturbable objetivo de dominar económicamente el planeta y dado que gran parte de lo que China exporta va hacia los Estados Unidos, no será rentable distraerse de ese objetivo como medio hacia otro, es decir, el de convertirse en el próximo hegemón del planeta, por lo que no vería con agrado que pudiera cerrarse el estrecho de Ormuz –es uno de los que más petróleo compra de esa zona–, como tanto se ha especulado. Así, al no haberse producido una extensión compromisoria de la guerra hacia otros países, el conflicto seguirá localizado en el Medio Oriente.
Miguel Ángel Rodríguez Mackay
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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