¿Por qué le va mal a Porky?
Al alcalde de Lima Rafael López Aliaga le va mal en su gestión por la sencilla razón de que se percibe que no está haciendo nada tangible para la ciudad. No es que no haya hecho cosas buenas y necesarias para un buen gobierno municipal. Haber puesto las finanzas en orden y fumigado la municipalidad de una costra burocrática de caviares inútiles que dejó la Villarán, es meritorio. Pero ya van dos años de su gestión y lo único que ha exhibido ante sus votantes y los vecinos es un pleito interminable con Odebrecht y los peajes que visto está no se solucionarán ni en su gestión ni en la próxima. Así que los peajes siguen allí como sacándole la lengua.
Para alguien que hizo el centro de su campaña con este tema, entre otros, es una desilusión para el ciudadano promedio. Un incumplimiento. A la gente poco le importa o entiende sobre arbitrajes, acciones de inconstitucionalidad o juicios en Estados Unidos. Lo que resiente el ciudadano promedio es que sigue pagando peaje, pero que además no hay pistas, veredas, puentes ni grandes obras emblemáticas que mostrar para alguien que se va en dos años más y aspira a la presidencia.
El alcalde no cree en las encuestas. Yo tampoco. Es sabido que estas tienen sus propios intereses y se venden al mejor postor. Pero yo si creo en el boca a boca. He conversado por lo menos con diez personas que votaron por Porky y todos creen que no ha hecho nada. Otro de sus temas es la corrupción. El problema con ello es que es un tema gaseoso y que todos los políticos y autoridades prometen luchar contra ella. ¿En qué se diferencia el alcalde de los otros? ¿Y la seguridad? Ya hay un problema de sobreprecio por el segundo lote de motos que se iban a donar a la policía para patrullar las calles de Lima que son un infierno de asaltos, robo y muerte.
La responsabilidad es del proveedor que se quiere pasar de vivo, ¿pero eso lo entiende Juan Pérez? Comprarse la solución del tema de la seguridad que no está en sus atribuciones es ponerse como responsable cuando no se soluciona el problema y cuando este es del gobierno central y del Ministerio del Interior. Echarle la culpa a la Villarán de todos los males del municipio puede ser cierto en gran medida, pero luego de la Villarán repitió Castañeda y después vino Muñoz así que la gente lo ve como un pretexto ante la falta de obras.
Paradójico sin duda, habida cuenta que su partido es el heredero de Solidaridad Nacional y de Castañeda, cuyo recuerdo en el imaginario popular es que hizo obra. Para remate sus alcaldes distritales no suman sino que más bien están envueltos en la controversia. Así las cosas, no se necesita de las encuestas para percibir que la gestión del alcalde está perdiendo credibilidad y con ello su futuro político. Todavía le quedan dos años para hacer algo concreto.
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