¿Por qué ganó Trump?
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses refleja un cambio profundo en la política de ese país, marcando una inclinación hacia valores conservadores y una respuesta a las políticas progresistas promovidas por los demócratas en los últimos años. Este triunfo no solo refuerza el conservadurismo en Estados Unidos, sino también en el mundo occidental, donde el avance del progresismo ha suscitado fuertes reacciones en distintos sectores de la sociedad. Uno de los factores clave en el apoyo masivo a Trump fue su habilidad para conectar con distintos segmentos de la población mediante una narrativa conservadora, nacionalista y aislacionista que contrastaba con la visión de apertura internacional de Kamala Harris.
Mientras Harris proponía que Estados Unidos debía reforzar sus lazos internacionales y organizaciones como la OTAN, Trump apelaba a reducir el gasto en conflictos externos, sugiriendo que los recursos de su país debían concentrarse en problemas domésticos. Aunque en varias encuestas recientes la mayoría de los estadounidenses expresó su apoyo al respaldo de Ucrania, el interés del electorado se desplazó hacia cuestiones internas. La campaña de Trump abordó temas de gran sensibilidad entre los sectores conservadores, como los valores de familia, la identidad de género y el papel de la educación, marcando una línea divisoria entre quienes defendían los valores tradicionales y quienes apoyaban cambios progresistas. Este enfoque captó a comunidades que históricamente han tenido una presencia limitada en política, como el voto rural y, particularmente, la comunidad Amish (comunidad religiosa conservadora).
Otra táctica que resultó crucial en el éxito de Trump fue la microsegmentación política, una estrategia utilizada por los republicanos para personalizar sus mensajes y conectar con diversos públicos a través de campañas dirigidas. La microsegmentación permitió que Trump atrajera a una base de votantes diversa, a través de narrativas específicas que abordaban los valores y preocupaciones de cada grupo. Así, por ejemplo, la comunidad latina, conocida por su visión conservadora en temas de familia, votó mayoritariamente por Trump, a pesar de la retórica de su primera administración y los comentarios xenofóbicos de esta última campaña. Los republicanos apelaron a preocupaciones comunes, como el rechazo al avance del progresismo en la educación, especialmente en temas de identidad de género, que han generado tensiones entre padres de familia y el sistema educativo en general.
Esta respuesta conservadora a cambios sociales y culturales, considerada en algunos casos como una reacción, no se limita a Estados Unidos: en varios países del mundo, las políticas progresistas han despertado críticas de sectores que se sienten amenazados por lo que ven como una alteración en la estructura social y cultural. En este contexto, el respaldo a Trump también pudo verse reforzado por la percepción de que la élite cultural y los artistas apoyaban a Harris y sus propuestas progresistas. Se asume que este apoyo de figuras reconocidas pudo haber sido visto por el votante conservador como una señal de que el partido demócrata estaba alejado de la realidad cotidiana de los ciudadanos de a pie, especialmente de aquellos en zonas rurales, sumando un motivo más para rechazar al partido demócrata.
Resulta notable que, a pesar de su participación en eventos controvertidos como el asalto al Capitolio en 2021, la base conservadora de Trump continuó apoyando su candidatura. Este hecho sugiere que, para muchos votantes norteamericanos, los valores tradicionales y la cohesión social son más importantes que los cuestionamientos democráticos. En un contexto de polarización y crisis de identidad, el respaldo a figuras fuertes que prometen restaurar el orden tradicional se ha vuelto cada vez más común.
La victoria de Trump puede entenderse como una manifestación de una tendencia histórica en la que la sociedad oscila entre movimientos progresistas y conservadores. A medida que los cambios sociales y culturales se van asentando, es común ver un resurgimiento de posturas contrarias que buscan modificar el orden social. En el mundo, hoy, el progresismo es la norma, pero todo indica que, mañana, ya no lo será.
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