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¡Pongámonos en camino!

Fecha Publicación: 06/07/2019 - 20:40
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Queridos hermanos nos encontramos ante el domingo XIV del tiempo ordinario. La Palabra de Dios en este domingo nos llama a vivir en alegría. “Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto”, nos dice la primera lectura del profeta Isaías. Hermanos, esta lectura nos habla del luto que llevamos en nuestras vidas a causa de la tristeza, el estrés, el amor desmesurado al dinero y que nos lleva a la destrucción del ser.

En medio de ello y de la violencia, corrupción en la que vivimos, aparece la Iglesia, que nos regala una alegría inmensa y destruye nuestro luto, el pecado. “Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados”, continúa el profeta. En medio de nuestros pecados, la Iglesia como una madre nos consolará. Respondemos a esta lectura con el salmo 65: “Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: ¡Qué temibles son tus obras! Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su favor”. Hermanos, Dios nunca rechazará nuestras suplicas, nos ayudará. La segunda lectura es de la carta de San Pablo a los Gálatas y nos dice: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús”. ¿Cuáles son esas marcas? Las marcas de la persecución en nombre de Jesucristo que vivió Pablo, por entregar su vida al anunciar la Buena Nueva.

El Evangelio de san Lucas nos dice: “En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Les decía: ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino”. ¿Cómo formó Jesús a sus discípulos? Los manda a predicar de dos en dos, sin dinero o alforja; y hace una aclamación: “¡Poneos en camino!”, invitándolos a salir de sí mismos e ir al encuentro del prójimo. Y es a lo que nos llama hoy esta Palabra, a salir de nuestros esquemas y proyectos. ¿Cómo se salvará esta generación? Sólo si existe mansedumbre en medio de los lobos, es lo que nos dice esta Palabra. Esta es la manera en que la Iglesia, sacerdotes y misioneros han trabajado por siglos, sin dinero o bienes, dedicados íntegramente al anuncio del Reino de Dios. Pero ¿Qué es el Reino de Dios? Es la posibilidad de amar a tu prójimo, hacer el bien y reconciliarte con tu enemigo. “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa ” . Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros.

De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”, continúa san Lucas. El polvo simboliza la impureza, es por eso que Jesús manda a sacudir los pies de los discípulos, y es contrario al cristianismo: la idolatría o el amor al dinero, por ejemplo. Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les dijo: “Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Con esto último, Jesús les quiere decir que la alegría debe estar, no en el acto de someter los espíritus sino que esto los está convirtiendo en hombres cristianos y sus nombres están inscritos en el cielo. Hoy, Jesús nos llama a ser verdaderos cristianos. Que la bendición de Dios esté con todos ustedes y sus familias.