Política de progreso
El común de los ciudadanos cree que nuestro país atraviesa una temible depresión, las malas noticias las recibimos a diario: inseguridad ciudadana, disfunción política, contaminación ambiental, caos vehicular, inmigración venezolana. ¿Debemos dejarnos llevar por ese panorama tan sombrío? Particularmente considero que no, y no es que no vea los problemas, veo y leo las mismas noticias que ustedes; lo que debemos hacer es no pensar en que estamos sin salida, que los problemas son irresolubles y que nuestros gobernantes son unos inútiles; debemos afrontar los problemas con optimismo, sin dejarse llevar por el constante engaño de los medios de comunicación con su afán sensacionalista y fijación extrema en los problemas y no en las respuestas y propuestas. Es evidente que hay señales notables de progreso, hasta en los lugares más inesperados, nuestros grandes retos como país pueden ser resueltos, y no solo con soluciones de gabinete, sino con trabajo arduo donde cada uno de nosotros tenga una cuota de participación.
Nuestro país viene afrontando un problema que aqueja a los demás países de la región: la inmigración venezolana. Perú es considerado como una de las naciones más acogedoras de Latinoamérica, en los últimos años ha recibido cerca de un millón de venezolanos (ingreso formal), solo Colombia lo supera con cerca de un millón y medio, mientras otros países le cerraban las puertas a esta gente, Perú le abría las suyas. Lo que se debería hacer al respecto es establecer reglas de inmigración con énfasis en educación, experiencia y cómo podrían contribuir a la economía nacional, promoviendo la integración, pensando siempre en el progreso y desarrollo. El Perú debe romper la parálisis y el entrampamiento políticos que viene atravesando hace años, los derechos y libertades deben ser usados para luchar por el progreso y el desarrollo, no ser usados por los políticos para luchar entre sí, vemos al Ejecutivo y Legislativo enfrascados en una ciega confrontación y los grandes problemas: corrupción, pobreza, inseguridad ciudadana, narcoterrorismo, etc., se han salido de control, si seguimos así vamos a colapsar en algún momento. Es momento de una tregua entre las fuerzas políticas que actualmente están en pugna, en los meses que quedan hasta el 28 de julio de 2021 deben plantearse, aprobarse y promulgarse un conjunto integral de reformas: romper los monopolios que reinan en el país, sobre todo en los medios de información y comunicación, potenciar el sector minero y energético, mayor inversión en educación de calidad, mayor cobertura en salud, etc.
Para lograr lo expresado líneas arriba, se necesita: compromiso, compromiso y más compromiso; la clase política de nuestro país debe generar confianza, para ello se deben establecer canales de comunicación efectivos, las reuniones entre los líderes o voceros de las fuerzas pueden ser privadas o secretas, muchas veces en un ambiente íntimo se genera la confianza; las decisiones que se tomen deben ser unánimes, inclusive se debe procurar priorizar las propuestas del opositor respecto a las propias. Como nación hemos superado grandes flagelos: el terrorismo, la desigualdad, tenemos una economía sólida que a pesar de todo sigue en crecimiento; si bien es cierto cada Estado es único, los errores cometidos en algunos de ellos nos deben servir para no incurrir en los mismos, las soluciones tampoco son permanentes, se deben ir adaptando a medida que cambian los contextos.
De lo expuesto, podemos observar que nuestros problemas como país sí tienen solución, debemos enfrentarnos al peligro, derribar los obstáculos que bloquean las reformas, debemos romper viejas reglas y escribir nuevas; el pensamiento heterogéneo es muy poderoso y ayuda a encontrar la mejor solución, obteniendo respuestas y propuestas de todos los actores políticos, dejando de lado el sesgo partidario, la ideología o el sentimentalismo; se pueden tomar las propuestas que hizo el oponente electoral en su momento y hasta invitar a algunos líderes de la oposición a formar parte de una coalición gobernante. Las crisis pueden otorgar a los gobernantes libertades extraordinarias, es innegable, pero la resolución de este tipo de problemas no solo requiere audacia, se necesita -también- moderación, el ataque a los opositores puede complacer a algunos, pero esta complacencia será efímera, es momento de fundirse en un abrazo con el discrepante político y obligar a los seguidores de ambos a comprometerse; quizá nadie obtenga lo que quiera, pero todos obtendrán lo suficiente para que la armonía se mantenga.