Política con mayúsculas
Es muy frecuente escuchar a personas de toda edad y origen (social, cultural, etc.) incluso sacerdotes en el púlpito, caer en la ingenuidad y hasta lamentable incongruencia de restringir la actividad política a las personas que ejercen algún cargo público.
Se abona así, ingenuamente en una suerte de disociación o ajenidad entre la persona y la sociedad políticamente organizada de la que forma parte. Haciendo una semejanza, se construye algo así como que la Iglesia se agota en el clero y no atañe a los fieles, o que la defensa nacional y la seguridad interna son tema solo de militares y policías.
Gran error, no solo porque crea una separación y hasta enemistad que no tienen fundamento sino que impide crear conciencia ciudadana y el necesario interés que todos deben tener en el destino del país y específicamente en su conducción.
Cuando escucho a alguien decir, “los políticos”, mayormente para denostar de ellos – muchos si tienen merecida la crítica drástica porque su conducta demuestra falta de integridad y apego a la responsabilidad asumida – mi reacción es preguntarles si acudieron a votar en las elecciones más recientes y también las menos y, si es posible que lo hagan, me digan cuál opción en contienda favorecieron con su voto o incluso si decidieron ir o no a votar, caso en el que les aclaro que dejaron que otros tomen decisión por ellos.
La idea es lograr que las personas comprendan la relevancia de sus actos u omisiones en materia de asuntos públicos y que no es sano crear una distancia artificial del individuo con la sociedad. Y, dentro de ello, que calibren el tremendo valor que tiene el ejercicio de su derecho constitucional y legal a elegir a sus representantes en el Poder Ejecutivo y Legislativo del país, para lo cual deben interesarse en acceder y requerir toda la información posible sobre las personas, la organizaciones políticas y la consistencia y viabilidad de las propuestas que formulan.
Considero que solo a partir de la comprensión cabal de lo señalado resultará posible que los ciudadanos valoren la Política como una actividad que involucra a todos los habitantes de una nación y que puede y debe ser ejercida con integridad y eficiencia, teniendo como norte la convicción de que el Poder tiene razón de ser cuando persigue el Bien Común. De allí, será también posible que las personas se planteen como algo natural hacer vida partidaria y competir en procesos electorales -realizados con limpieza- para acceder a los cargos públicos a nivel nacional o subnacional.
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