Petro: volando alto
Desde su llegada al poder, Gustavo Petro ha ido creando conflictos artificiales, cuya expresión actual es el de carácter limítrofe con el Perú y que tiene por objeto ocultar sus visibles fracasos de gestión. Esta estrategia, basada en la confrontación constante, ha alimentado una creciente resistencia social y política, al tiempo que profundiza la división en Colombia.El actual episodio no surge en el vacío. Las relaciones limítrofes entre Perú y Colombia, que fueron conflictivas en el pasado —con momentos álgidos como la ocupación de Leticia en 1932 y la posterior firma del Protocolo de Río de Janeiro en 1934—, habían permanecido estables por casi un siglo. Incluso en épocas de tensiones internas, ambos Estados mantuvieron la frontera amazónica como un espacio de cooperación y no de disputa. Que hoy se intente reactivar un diferendo limítrofe es visto por muchos como un acto deliberado para generar una distracción política.
Históricamente, Petro irrumpió en la política nacional con un discurso de transformación que prometía revolucionar la economía, la seguridad y los derechos sociales. Sin embargo, a medida que su popularidad se evaporaba, empezó a intensificar una narrativa de enfrentamiento permanente con instancias judiciales, medios y oposición, como forma de cohesionar su base. En 2023-2024 se vivió una crisis institucional protagonizada por tensiones entre Petro, la Fiscalía y la Procuraduría; críticas cruzadas por supuestos sesgos ideológicos que, según sus adversarios, amenazaban el equilibrio democrático.
La percepción ciudadana reflejó con crudeza el deterioro de su gestión. Encuestas recientes señalaron una desaprobación que supera con holgura el 60 %, frente a apenas un 30 % de aprobación. La mayoría de colombianos considera que el país va por mal camino y califica negativamente la gestión presidencial en materia de seguridad.
Paralelamente, escándalos de corrupción han socavado su credibilidad. El caso de la UNGRD —donde se detectaron desvíos multimillonarios para sobornos a congresistas— se convirtió en uno de los mayores escándalos del gobierno Petro. Además, excolaboradores lo han tildado de autoritario, dogmático y alejado de la realidad, señalando su estilo de liderazgo como una fuente de agotamiento político en la izquierda.
En suma, reavivar un viejo diferendo con el Perú no fortalece la posición internacional de Colombia, pero sí le permite a Petro encender pasiones nacionalistas y tapar sus fracasos internos. El problema es que esta táctica, repetida con otros conflictos artificiales, muestra más la debilidad que la fortaleza de su gobierno y difícilmente revertirá la creciente impopularidad que lo acorrala.
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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