Perú, tierra de nadie
¿¡Qué nos pasa!? La violencia contra las niñas y las mujeres está desatada en todos los estratos sociales, no hay sector que se salve y, peor aún, se presenta con extrema crueldad y sadismo, que nos lleva a inferir que hemos involucionado como sociedad civilizada, como seres humanos.
Lamentablemente está comprobado que la violencia ha sobrepasado la capacidad del Estado no solo para prevenirla, atender a las víctimas, sino también para sancionar a los culpables, porque es evidente que la impunidad campea en favor de los agresores. Cada día asistimos a cada caso, pedidos de auxilio público ante los oídos sordos de muchas autoridades, asesinatos consumados, uno más cruel que el otro.
El reciente feminicidio de una enfermera de la Red Asistencial de EsSalud de Juliaca-Puno por parte de dos trabajadores administrativos de la misma Red, ha estremecido al país, no solo por la muerte de una mujer por su condición de tal sino también por el grado de brutalidad y ferocidad del ataque que desencadenó su muerte, fue violada, golpeada, posiblemente cercenada o acuchillada estando aún con vida, eso explicaría de la gravedad de sus lesiones que obligó a los médicos a amputarle una pierna y ya se alistaban a hacerlo con otras extremidades.
No es posible imaginar el terror vivido y el dolor padecido por la víctima, cuyos pensamientos debieron estar en sus menores hijos, uno de apenas 8 meses y cómo sobrevivir a la agresión, lo que dolorosamente no sucedió. Voceros del Ejecutivo han señalado que no desampararán a los niños, estaremos vigilantes que así sea, es lo menos que pueden hacer, como los magistrados, el hacer justicia.
Este caso de violencia no es un caso aislado, la Decana del Colegio de Enfermeras del Perú, Josefa Vásquez Cevallos, ha hecho sonar todas las alarmas, señalando que varias de sus colegas, especialmente que prestan servicios en las zonas rurales del país, son asaltadas sexualmente al acudir a sus centros de trabajo y sus violadores sabiéndose inmunes andan sueltos en plaza, constituyendo un grave riesgo para la sociedad. ¿Y las autoridades?, no es con ellas, conocidos los hechos no han procedido a su captura y encierro, como dictan las normas vigentes, tales autoridades debieran ser destituidas y en su caso denunciadas penalmente. Así las cosas puede decirse que el Perú es tierra de nadie.
Y así como las enfermeras, las mujeres en general que prestan servicio en las zonas altoandinas y de la Amazonía donde no llega el Estado, se encuentran en peligro latente de ser víctimas de violencia, la pregunta entonces cae de madura: ¿Qué hará el Estado para protegerlas? ¿Cómo garantizarán su integridad personal? ¿Qué medidas efectivas se echarán a andar? Esperamos respuestas.
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