Perú en 'estanflación' política
Al asumir Javier Milei la presidencia el 10 de diciembre último advirtió a los argentinos en su discurso sobre la desatada "estanflación"; un escenario crítico en el que se desenvuelven en paralelo la inflación (alza de precios o pérdida del valor adquisitivo de la moneda) y el estancamiento (recesión) económico. El término no es nuevo. Fue usado hace casi 50 años por el exministro de Finanzas británico Ian Macleond. "Es lo peor de ambos mundos: no solo inflación por un lado o estancamiento por el otro, sino ambos juntos. Es una especie de ‘estanflación'", dijo en 1965.
Argentina ha caído pues en ese hoyo del cual le costará mucho salir. Es la herencia recibida —junto a la descomposición política e institucional— por el estrenado gobierno mileilista tras décadas de intervencionismo estatista y abrumadoras sobrerregulaciones económicas de signo ideológico. Como apuntamos ("Milei le ganó al ‘Partido del Estado'". M. Lagos. 20/11/2023), Javier Milei (Patricia Bullrich y Mauricio Macri fueron aliados cruciales en el triunfo alcanzado) no solo se enfrentó en las elecciones al partido oficialista y al kirchnerismo, también a la enorme maquinaria estatal que el peronista, “centrista”, exministro de Economía y a la vez candidato presidencial Sergio Massa instrumentalizó sin ningún escrúpulo. Mucho hay por revertir entonces. "Argentina es uno de los países más regulados del mundo y ha empeorado con el tiempo. En materia de regulación, se ubica en el puesto 143 de 165 países en el Índice de Libertad Humana" (Fraser/Cato. 2023), señala Ian Vásquez del Instituto Cato.
En contraste Perú aún va por otra frecuencia. Muy poco auspiciosa por cierto para las fuerzas productivas privadas de diverso tamaño que sudan apalancando el crecimiento vital para el desarrollo, sobre todo teniendo a un régimen cuyo origen es "Perú Libre" de Cerrón y su patrocinado Castillo. Muy afín a su ideario, Boluarte es pues la continuación constitucional del desgobierno que arrancó el 28 de julio de 2021; una mandataria imposibilitada de implementar el original y peligroso plan estatizante felizmente contenido por las circunstancias, aunque desesperada por la sobrevivencia política pero sin la convicción real en las reformas integradoras promercado y liberales que se necesitan con urgencia.
Y si bien es cierto que en Perú la inflación (a diferencia de Argentina con casi 200%) cerró en 2023 en 3.24% cerca del rango meta de entre 1% a 3% (V. Fuentes. IPE), el aspecto negativo es la recesión (-0.5% de crecimiento, BCR) y particularmente crítica la seria caída de -7.3% de la inversión privada (responsable del 85% de la economía nacional) y la generación de empleo. Su promoción es imperativa y está en el gobiernismo actual esa labor que implica además no eludir el destrabe instalado en mucha de la incitada conflictividad social antiinversión (como en la minería y la agroindustria). Pese al escepticismo, hay quienes aguardan aún que este año que inicia el boluartismo y su puntal "ejecutor" A. Otárola (otrora humalista que curiosamente en 2021 aplaudía la posibilidad de una asamblea constituyente lanzada por Castillo sin importarle la enorme incertidumbre económica que provocaría) resuelvan abandonar con hechos sus antiguos escozores ideológicos en asuntos de libertad económica.
Pero es en la dimensión política peruana donde la cosa se pone de un color mucho más gris. Si intentamos definirla podríamos entender a esta especie de "estanflación" política como la simultaneidad del alza o inflación de tensiones sociopolíticas (que recalientan imprudentemente el sistema de conflictos nacional) junto a un estancamiento de la política de consensos efectivos y de la parálisis de reformas estructurales e institucionales en pro del "crecimiento político". Este contexto condiciona toda pauta de poder —sea capitalino o regional— que termina privilegiando a las acomodadas narrativas (para la manipulación a veces torpe o infructuosa de las percepciones ciudadanas) por sobre los resultados concretos de gestión. En un elevado grado de riesgo, esta mediocridad politizada y neutralizante va impactando negativamente en la dinámica del sistema económico, la confianza proinversión y empresarial y el crucial crecimiento antipobreza como se está viendo hoy en el Perú. Cabe recordar aquí la vigente frase de M. Friedman: "La verdadera fuente de la inestabilidad económica es la política gubernamental". Un gobiernismo inefectivo dedicado solo a la propia supervivencia (al selectivo gatopardismo) en medio de una aparente "estabilidad" que de fondo tiene, ente otros factores, a una violencia criminal que puede no demorar en interactuar de forma creciente con una funcional violencia política antisistémica. Cuidado entonces con la subestimación de los peligros como la "estanflación" política.
