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Perspectivas económicas del mundo a mayo de 2024

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Fecha Publicación: 01/06/2024 - 21:20
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A inicios de mayo se publicaron las “Perspectivas Económicas de la OCDE”, donde se indica que el crecimiento del PBI mundial proyectado para 2025 es del 3.2%, con una inflación del 3.4%, y una tasa de desempleo del 5.0%. Para 2024, se prevé un crecimiento del PBI mundial del 3.1%, similar al 3.1% de 2023.

Esta recuperación se está desarrollando de manera desigual entre las diferentes regiones. Estados Unidos y varios grandes mercados emergentes están mostrando un fuerte crecimiento (2.6% en 2024), en contraste con las economías europeas, que presentan resultados más débiles (0.7% en 2024). Se espera que este panorama macroeconómico mixto persista, con la inflación y las tasas de interés disminuyendo a ritmos diferentes y las distintas necesidades de consolidación fiscal variando entre los países.

A pesar de una perspectiva de riesgo más equilibrada, persisten preocupaciones significativas. Las altas tensiones geopolíticas, especialmente en el Medio Oriente, podrían perturbar los mercados energéticos y financieros, provocando un aumento de la inflación y un tambaleo del crecimiento. Las cargas del servicio de la deuda ya son significativas y podrían aumentar aún más a medida que se renegocian las tasas de endeudamiento a plazo fijo o se transfiere la deuda de bajo rendimiento.

La política monetaria debe seguir siendo prudente. Habrá margen para reducir las tasas de interés oficiales si la inflación continúa disminuyendo, pero la postura política debería seguir siendo restrictiva durante algún tiempo. La política fiscal, por su parte, debe abordar las crecientes presiones para garantizar la sostenibilidad de la deuda, con la relación entre deuda pública y PBI proyectada a seguir aumentando en muchos países. Se necesitan mayores esfuerzos a corto plazo para contener el crecimiento del gasto, implementar reformas para mejorar los ingresos y establecer planes tributarios y de gasto creíbles a mediano plazo adaptados a la evolución específica de cada país.

Las perspectivas para América Latina presentan que entre 2024 y 2025 continuará el crecimiento, la inflación se ha moderado en todos los países de la región y se espera una convergencia gradual hacia las metas de los bancos centrales. La política monetaria seguirá relajándose, pero con atención a los riesgos. La política fiscal tiene que ser prudente y cumplir con las reglas fiscales.

Los riesgos latentes en la región son la incertidumbre económica (desaceleración económica de UE y China, la persistencia inflacionaria y la pobreza de recursos fiscales, entre otros), política y geopolítica (conflictos armados y guerras, y aumento del crimen) y climática (efectos negativos de El Niño y una potencial Niña). Las potencialidades son: las reformas estructurales, los precios de las materias primas y la transición energética.

Se deben aprovechar las oportunidades y desbloquear el potencial de América Latina, lo que es vital para asegurar un crecimiento sostenible. América Latina puede tener un papel clave en la transición energética global, aprovechando sus importantes reservas de minerales y gran potencial de energías renovables, lo que ayudaría a atraer inversión de alto valor.

Según la OCDE, las perspectivas económicas en Perú son alentadoras. Se espera que el PBI aumente un 2.3% en 2024 (en la región 2.2% y mundial 3.1%) y un 2.8% en 2025, impulsado por condiciones financieras más favorables y una inflación reducida que estimulará la demanda interna. Hay margen para proseguir con la normalización gradual de la política monetaria a medida que la inflación converge hacia la mitad del rango objetivo a fines de 2024.

Es necesario cumplir con las reglas fiscales, para evitar aumentos de deuda y costos de financiación. Perú no cumplió su objetivo fiscal en 2023, con un déficit presupuestario del 2.8% del PBI en comparación con el déficit objetivo del 2.4%. Alcanzar el objetivo de déficit del 2% del PBI para 2024 será desafiante debido a las optimistas proyecciones de crecimiento de las autoridades y a diversas presiones de gasto.

Para abordar las crecientes necesidades sociales y de infraestructura en el Perú, se necesita una mayor eficiencia del gasto y mayores ingresos fiscales (actualmente solo llegan a 15%). Mejorar la eficiencia del gasto implica optimizar las prácticas de contratación pública y fortalecer las capacidades de los gobiernos subnacionales para la implementación de proyectos.

Es necesario reducir la informalidad (75%) para aumentar la productividad, aumentar la cobertura de la protección social e incrementar los ingresos tributarios y fortalecer la administración tributaria, además de reformas estructurales que, evidentemente, requieren de estabilidad política.

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