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Periodismo y ética

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Fecha Publicación: 26/09/2019 - 22:00
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Un primero de octubre de 1953 se instituyó el Día del Periodista, por Decreto Supremo No. 2521.
Es importante hacer una necesaria reflexión sobre su real significado. No es una ocasión más para algazaras sociales, sino para detenerse a pensar que hay un deber sagrado que cumplir.

La política de un tiempo a esta parte se ha judicializado y el periodismo se ha convertido en esbirro.
Como periodistas tengamos la decencia, el valor, la hombría y el coraje de decir las cosas como son, sólo así honraremos nuestra profesión.

El periodismo ético y responsable es el baluarte por excelencia de la libertad, la democracia, los derechos humanos y los valores supremos de las naciones civilizadas, en las que debe imperar, como necesaria garantía, la seguridad jurídica y el pleno Estado de Derecho.

Los periodistas tenemos el privilegio del deber insoslayable de orientar nuestro quehacer al servicio de una causa que jamás ha de ser postergada ni negociada; es la causa de la sociedad, es la causa de la libertad, es la causa nacional. Es la causa, en fin, del Bien Común, que entendemos como la juridicidad básica e intocable, sin mácula, que al propender alcanzarla y mantenerla, fomenta un ambiente de seguridad, confianza y bienestar.

Bien Común como anhelo sentido por el pueblo, por el país como conjunto humano, social y realidad geopolítica; anhelo para cuya satisfacción se requiere: una autoridad competente legítimamente establecida y que ejerza ese poder conferido por la voluntad popular, con respeto indeclinable a la Constitución Política y al juramento que debe mantener con honor; autoridad como condición necesaria para el desarrollo histórico-social del quehacer práctico; autoridad cuyo abuso hace que desmerezca la confianza puesta en ella y decline la fuerza moral que pudo tener en algún momento; por ende se requiere de un régimen político auténticamente democrático; libertad responsable y una efectiva y múltiple participación ciudadana.

El Estado tiene sus propios poderes asignados constitucionalmente, aparte de los que en forma indebida o quienes lo representan asumen muchas veces poderes que no les corresponde. El periodismo es, en esencia, el Primer Poder de los Pueblos Libres.

La libertad de expresión es la base segura para el sostén de las demás libertades y derechos del hombre. Hay que defenderla más que como un bien, como un valor de alto grado. Pero a la vez hay que honrarla, enaltecerla y hacerla merecedora de la confianza y respeto del público.

Seamos capaces y suficientemente humildes para alimentar una sana conciencia crítica ante el desorden moral de la prensa, descaminada que transita por las rutas del sensacionalismo y el oprobio. Urge robustecer los criterios sobre la libertad y la veracidad para retornar al periodismo verdaderamente ético.

Hagamos votos porque esta profesión que tanto amamos y de la cual depende en grado sumo el bienestar de la sociedad y el porvenir de la Patria recupere su prestigio que algunos sectores de ella se empecinan incompresiblemente en opacar, en sumergirse en la ciénaga.