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¡Periodismo de verdad!

Fecha Publicación: 16/02/2020 - 22:00
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Quienes hemos nacido el siglo -y milenio- pasado, sabemos lo que es: escuchar la radio en la mañana, leer el periódico (algunos vespertinos) y ver el noticiero de la noche; teníamos una fe, casi ciega, en lo que los medios nos informaban. En aquellas épocas todavía creíamos que el periodismo era confiable y que lo que nos ofrecía eran hechos verificables y precisos; ahora, el periodismo se desenvuelve en medio de sesgos y especulaciones, calificaciones (likes) incluidas, amén de motivaciones financieras o políticas; pareciera que el periodismo ha degradado su fin, el cual ha sido, es, y siempre será: revelar la verdad para el público en general; para recuperar la confianza del público se debe volver al origen: la verdad.

La verdad puede ser definida desde múltiples puntos de vista, objetiva o subjetiva, absoluta o relativa, parcial o imparcial. Me inclinaré hacia la posición de una verdad absoluta, objetiva e imparcial; los seres humanos sí podemos ser justos e imparciales, recordemos a Salomón en la historia bíblica, la ciencia también sostiene que constituyen rasgos humanos fundamentales la equidad y la empatía, características que forman parte de nuestra genética, ello justificaría la convivencia entre nosotros como sociedad; pero nuestra existencia es muy corta, ni siquiera llegamos a un siglo de vida; necesitamos de la verdad, especialmente en el periodismo, para que nos ayude a vernos a nosotros mismos de una manera honesta, que se nos diga lo que necesitamos saber para ser mejores ciudadanos, indicarnos cómo vivir de manera más saludable, advertirnos cuando debemos alejarnos del peligro.

En la actualidad, lamentablemente, experimentamos una pérdida de credibilidad, ésta sucumbe ante la cada vez más grande ola de mentiras, tan solo nos queda nuestra capacidad de confianza para discernir entre lo cierto o incierto, lo objetivo o subjetivo. Nunca antes hemos estado expuestos a tanta cantidad de información, en múltiples plataformas, el trabajo para llamar nuestra atención es constante; la información, muchas veces, viene con mentiras o propaganda, incompleta, engañosa o mal obtenida, causando un impacto negativo: una sobrecarga de información confusa y conflictiva; si bien es cierto nuestro cerebro es capaz de recopilar datos, no siempre es capaz de recordar dónde los obtuvo; se puede confundir con facilidad lo que captamos de una fuente confiable con lo que leemos en una página web, lo que vimos en un tweet, en un video de Facebook o las declaraciones de una persona en un canal de televisión por cable. No podemos soslayar el rol de Internet en el mundo actual, la red de redes puede ser una maravilla o una fosa, evidenciar la luz más brillante o la oscuridad más sombría de la humanidad y todo lo que se encuentre al medio.

Creer la misma historia, encontrar un propósito común y trabajar juntos es lo que ha asegurado la permanencia de nuestra especie en este planeta, lo que nos hizo levantarnos dentro del reino animal, teniendo ahora el poder de decidir qué especies viven o mueren y cómo seguiremos evolucionando; este poder de conducir a las personas es la razón por la cual siempre se ha querido controlar la historia, siendo la verdad el bien preciado y la víctima a la vez. El periodismo es de humanos, acerca de humanos y para humanos, lo que lo hace tan falible como los humanos y tan endeble a las críticas; los antiguos hombres de prensa decían: “si quieres ser popular, no seas periodista”; la credibilidad se ve amenazada por el poder político, por las tecnologías emergentes y, lo más grave aún: la búsqueda de rentabilidad en el negocio periodístico. La presión por las ganancias es una razón poderosa para el crecimiento de la cobertura de noticias evidentemente sesgadas, especialmente en la televisión, donde vemos la falta de profesionalismo, donde tenemos a: defensores de la política del gobierno de turno, activistas radicales, ex activistas o ex agentes políticos, así como los “opinólogos”; la opinión siempre ocupará un lugar en el periodismo.