Perfume de mujer
Pese a los indudables avances logrados durante el siglo pasado, la situación de la mujer en el mundo sigue constituyendo una herida abierta en el contexto de una sociedad global en la que se proclama a los cuatro vientos una igualdad que no existe, como lo reflejan no solo las cifras de Naciones Unidas sino también los propios y visibles actos de acoso, violencia y feminicidio que aparecen con irremediable frecuencia en los medios de comunicación.
Es, sin duda, una paradoja que en la génesis del Día Internacional de la Mujer se encuentren los nombres de comunistas como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo que reclamaban para las mujeres derechos luego alienados por el sistema que preconizaban, como quedó rápidamente demostrado después de la toma del poder por los bolcheviques en 1917 en Rusia y la instauración de uno de los regímenes totalitarios más opresivos y sangrientos de la historia.
La estrategia marxista ha sido siempre la de colocarse a la vanguardia de reivindicaciones sociales que jamás han respetado cuando han llegado al gobierno: al aprobarse en Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 nadie menos que el genocida Stalin ordenó a las ligas comunistas, existentes en diversos países del mundo en esa época, apoderarse del tema. Y podemos apreciar hasta ahora con qué eficiencia lo han hecho (por ejemplo, en el sistema interamericano de Derechos Humano).
El feminismo de hoy sigue, en muchos casos, esa corriente insertando en la legítima defensa de los derechos de la mujer elementos marxistas de distorsión ideológica que atentan contra una corriente universal, democrática y que debe ser apoyada en sus loables objetivos.
En el Perú, la alta tasa de abusos que se cometen contra la mujer es el reflejo emblemático de una sociedad enferma pero democrática que requiere en forma urgente una Revolución Pacífica que desarrolle las condiciones para que el machismo y la corrupción no sigan generando la impunidad de sujetos como, por ejemplo, el congresista Mamani que ahora alega que lo discriminan porque es de Puno y tuvo el cuajo de declarar que lo botaron del avión por borracho, no por acosador.
El problema de fondo es educacional y tiene que tratarse a nivel familiar y en los centros educativos: en donde, en lugar de promoverse la confusión de género, debe inculcarse la tolerancia y el respeto por todos los géneros, especialmente por las mujeres que cumplen hoy difíciles y abnegados papeles como madres, trabajadoras y encargadas de sus hogares en muchos casos sin el apoyo de sus ausentes parejas.
Mi homenaje a las luchadoras que, con perfume de mujer, siguen dejando su huella, desde el anonimato, en la historia de nuestra Patria.
(*) Presidente de Perú Nación
Presidente del Consejo por la Paz