Pentecostés: “Ha hecho Dios del hombre, una nueva creación”
Queridos hermanos, nos encontramos ante el día de Pentecostés., donde aparece el Espíritu de Jesús y del Padre que rompe fronteras, creando comunión y comunicación entre los hombres. Cuan importante es este Espíritu, hoy que el hombre vive en una aparente intercomunicación con el mundo, pero en realidad está incomunicado.
La primera lectura es del libro de los Hechos de los apóstoles y nos dice: “Estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: “¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?”. Hermano, ¿cuál es la lengua nativa que entendemos todos los hombres? El lenguaje del amor, una lengua universal y es la que nos da el Espíritu Santo. Respondemos a esta lectura con el Salmo 103: “Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu espíritu, y las creas, y repueblas la faz de la tierra”. Es gracias a este aliento, el soplo del Espíritu Santo, ha hecho Dios del hombre, una nueva creación.
San Pablo a los Corintios, nos dice en la segunda lectura: “Nadie puede decir: “Jesús es Señor”, sino por el Espíritu Santo. Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo”. La acción del Espíritu Santo crea una comunión con el otro, el prójimo y se forma así, un solo cuerpo con Cristo. El Evangelio de san Juan, nos dice: “Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Notemos, cómo lo primero que hace Jesús es desear la paz a sus discípulos, y no es una paz exterior o superficial, en ocasiones aburguesas e instalada; Jesús da una paz sobrenatural que crea comunión, rompiendo barreras e imposibilidades que el hombre posee. Lo imposible para nosotros es posible para Dios. “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”, con estas palabras culmina su visita Jesús a los discípulos. Qué importante es el Sacramento de la Reconciliación, es decir perdonar al otro, se nos hace muy difícil perdonarnos a nosotros mismos. Esta es la gracia que aparece en Pentecostés, les deseo a todos un ¡Feliz Pentecostés! Clamen a Dios y pidan que el Espíritu Santo habite en su corazón y rompa las barreras de comunicación que día a día enfrentamos. Que la bendición de Dios descienda sobre ustedes.