Peligrosa inestabilidad…
Nos hemos acostumbrado, no porque nos parezca normal sino por la ineficiencia estatal para combatir esta plaga, a los asesinatos que diariamente cometen sicarios pertenecientes a bandas organizadas que imponen cupos a toda persona que desarrolla alguna actividad productiva, cuya falta de pago es una condena a muerte que se cumple de manera indefectible. También parece que la población mira ya con cierta indiferencia, aunque con el miedo interno desatado que se convierte en un estrés altamente nocivo, la violencia de pareja, el abuso contra niños, el secuestro y el asesinato con cuerpos tirados en cualquier descampado o curso de río con los miembros segmentados. En ese escenario ha aparecido un segmento criminal que tiene como objetivo a sujetos vinculados a negocios con el Estado o exfuncionarios también relacionados con este, en los cuales se han producido graves actos de corrupción, cuyas declaraciones podrían alcanzar a funcionarios que ocupan altos cargos en el poder estatal; mostrando una transición en el método de asesinato desde la balacera infernal para acribillar a la víctima hasta el degollamiento silencioso que nadie vio ni escuchó. En palabras simples, ya nadie sabe de dónde viene el ataque ni qué intereses están en juego aunque podemos inferir muchas relaciones de causa a efecto, pero que todo queda en manos de un sistema de justicia del cual desconfía casi toda la población, cuya desconfianza alcanza a todos los poderes del Estado que no encuentra ni la forma ni el modo de mejorar su legitimación para que el pueblo crea en ellos porque no es dable que no superen ni el cinco por ciento de aprobación. La impresión que tiene la gente es que nadie en el poder se está preocupando por el interés general sino por intereses particulares en un despreciado escenario de tramas y acuerdos para continuar detentando poder a través de un proceso electoral en el cual veremos los mismos rostros y, seguramente, las mismas actitudes y escucharemos los mismos discursos. En este espectro, de manera silenciosa, los mineros informales y también los ilegales, han venido tomando la capital luego de asegurar el control de puntos estratégicos de las carreteras que vinculan Lima con el interior del país en los cuales ejecutan actos de bloqueos con atisbos de violencia que, de acentuarse su protesta, podrían paralizar la actividad económica en todo el Perú. El Reinfo es la manzana de la discordia. Nadie meditó mucho en todos los factores que debieron haberse tenido en cuenta para introducirlos en esa regulación para que el proceso de formalización se realizara de modo transparente y en orden. Ahora son decenas de miles los que alegan derechos y parece que no hay forma de satisfacerlos a todos. El Congreso no atina a elaborar una propuesta racional y razonable, mientras que el Ejecutivo ya pateó el tablero. Se requiere una acción estatal coherente y conjunta porque es urgente hallar una solución o, en todo caso, algunos puntos de convergencia para iniciar una negociación viable.
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