Pedro Gual y el ultramontanismo en el Perú
Pedro Gual y Pujadas nació en el 27 de febrero de 1813 en Canet (Barcelona) y en 1832 ingresó en el convento de la orden franciscana de Gerona. Debido a la guerra civil entre isabelinos y carlistas fue desterrado a Roma en 1835 donde se ordenó sacerdote. En mayo de1845 llego al Callao con varios frailes enviados como misioneros al convento de Ocopa. Allí restauro el culto católico y promovió con gran éxito la evangelización de los pueblos nativos de la selva central alcanzando la más alta responsabilidad de las misiones de América del Sur (Propaganda Fide)
A partir de 1854 defendió el dogma inmaculista en su famosa obra “Triunfo del catolicismo en la definición dogmática del augusto misterio de la Inmaculada Concepción” (1862) defendiendo al gran papa Pío IX. Desde entonces comenzaron sus polémicas con los progresistas a los que antaño se conocía como “cismontanos” en contraposición de los ortodoxos o “ultramontanos”. Estas palabras hacen referencia a los montes, los Alpes. Los primeros negaban el derecho de la iglesia romana de proclamar doctrinas o normas canónicas más allá de la península itálica (Solus urbe) y los segundos sostenían el derecho de la Iglesia de proclamar verdades universales “urbe et orbe”.
Pedro Gual fue autor de más de 20 obras de carácter neoescolástico, siendo la más famosa “El equilibrio entre las dos potestades” (1857) la que lo enfrentó con el exsacerdote Francisco Gonzales Vigil (1792-1875), excomulgado en 1851 por su apoyo a tesis heréticas.
El reconocimiento de Gual como teólogo fue muy grande, los políticos anticlericales y las sociedades secretas temían el éxito pastoral de los escritos y sermones del carismático fraile. Su sapiencia fue premiada alcanzando la condición de consultor del Concilio Vaticano I celebrado (1869-1871) momento en el que se proclamó el dogma de la infalibilidad papal.
En 1874 el padre Gual sufrió debido a la deportación de su gran amigo el fraile Jose María Masiá (1815-1902) por el presidente Manuel Pardo en razón de haber predicado unos retiros espirituales en Arequipa que disgustaron al civilismo anticlerical. Al llegar exiliado al Ecuador el padre Masiá fue premiado como primer obispo de Loja pero siempre se mantuvo en contacto con sus queridos ultramontanos arequipeños. En 1887 el anciano padre Gual tuvo la gran alegria de recibir en los descalsos de Lima a su admirado CarlosVII, rey de los legistimistas.
El biografo del ilustre franciscano, Marcelino Cuesta Alonso, nos dice que él fallecio el 3 de septiembre de 1890, ocasión en la que se presentaron numerosas personalidades a despedirlo y que, en busca de reliquias del ilustre difunto, “algunas señoras se atrevieron a cortar pedazos de la tela de su hábito, hecho que muestra la fama de santidad del religioso.”
Cuenta la tradición que en 1879, Fray Pedro recibió en la capilla de los descalzos a uno de sus mas queridos amigos, el almirante Miguel Grau, con quien converso y a quien confesó antes de emprender su ultimo viaje. Refieren que ellos conversaban en francés para practicarlo. Gual al despedirse en la puerta dijo: “va usted a cosechar nuevos lauros” y Grau le habría contestado: “Tout est perdu” (todo está perdido) .... “me voy para no volver, esta mañana he comulgado en los Descalzos y estoy preparado para entregar mi alma a Dios”. El 7 de julio de 1879 zarpó a la inmortalidad el feligrés más patriota del fraile más ultramontano del Perú.
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