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“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”

Fecha Publicación: 27/07/2019 - 20:40
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Querido hermanos, nos encontramos ante Domingo XVII del tiempo ordinario. La primera lectura es del libro del Génesis y nos dice: “En aquellos días, el Señor dijo: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré”. Abraham se acercó y le dijo: “¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?”. El Señor contestó: “Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos”. Abraham respondió: “Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: “No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco”. Insistió Abraham: “Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?”. Respondió el Señor: “En atención a los veinte, no la destruiré”. Hoy, vemos a Sodoma y Gomorra en el corazón del hombre pero fuera también, en acciones y hechos de los mismos hombres. Vemos en esta Palabra también, como Abraham actúa como un amigo de Dios y dialoga con él. Este es el signo de la oración y es esta oración la que hace posible que Dios no destruya a estas ciudades. En este mundo existe mucha sodomía que destruye al hombre, y a los más jóvenes, tanto hombres como mujeres. Respondemos a esta lectura con el salmo 137: “Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca”. Este es Dios, lo invocamos y responde. La segunda lectura es de la carta de San Pablo a los colosenses: “Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos. Estabais muertos por vuestros pecados y la circuncisión de vuestra carne, os vivificó con él”. Es decir, hemos dejado el cadáver del hombre viejo, el mal, atrás. Pero ¿cómo resucitamos con Jesús? Clavando nuestros pecados en la cruz de Jesucristo.

El evangelio de san Lucas nos relata: “Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo: “Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”. ¿A qué reino se refiere Jesús? No es el reino de la plata, el prestigio o de la fama. Sino el reino de los humildes. Jesús, pone un ejemplo, a través de una parábola: “Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle; y, desde dentro, aquel le responde: No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre”. Estos tres panes representan la esencia de Dio, es el pan de la Trinidad del Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo. Esta Palabra nos invita a molestar a Jesús y él actuará, si tu matrimonio está mal, tienes deseos de suicidarte, no aceptas tu historia personal, grita y clama a Dios. Reza y él te dará el pan que saciará tu alma. “¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?”, de esta manera culmina el evangelio. Y es que Dios conoce la verdadera antropología del hombre, tenemos que pedir el Espíritu Santo que es el pan sustancial que te hace aceptar tu vida y donar la misma por los demás. Los invito a pedir a Dios, levantémonos por las noches a orar como los primeros cristianos y veremos el Cielo abierto. Que la paz y bendición de Dios este con ustedes y sus familias.