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«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

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Fecha Publicación: 06/04/2024 - 20:10
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Queridos felices pascuas de Resurrección:

Hoy celebramos el II Domingo de Pascua, conocido también como el Domingo in albis en la tradición de la Iglesia, ya que en este día los catecúmenos se despojaban de la vestidura blanca que habían recibido en el bautizo el día de Pascua, simbolizando que ya estaban vestidos como Cristo.

Es significativo que este día coincida con la fecha en que falleció Juan Pablo II, quien durante su pontificado promulgó la encíclica “Dives in misericordia”, destacando así la importancia de la misericordia divina como culmen de la revelación cristiana.

En los Hechos de los Apóstoles, se nos presenta la comunidad cristiana primitiva, donde todos tenían todo en común y no había ningún necesitado entre ellos. Este testimonio de solidaridad y comunión es un reflejo de la resurrección de Jesús, quien nos libera del apego al dinero y nos invita a vivir en la gratuidad del amor.

En el Salmo 117, proclamamos la eternidad de la misericordia de Dios y reconocemos que la piedra desechada por los constructores se ha convertido en la piedra angular, mostrándonos así el poder transformador de Dios.

La carta de Juan nos recuerda que aquellos que creen en Jesús como el Cristo, han nacido de Dios y han vencido al mundo. La fe en Jesucristo nos da la victoria sobre las fuerzas del mal y nos capacita para vivir según los mandamientos de Dios.

El Evangelio según Juan nos relata cómo Jesús se apareció a sus discípulos, quienes estaban reunidos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús les otorgó el Espíritu Santo y les concedió el poder de perdonar los pecados.

La incredulidad de Tomás nos muestra la importancia del encuentro personal con Jesús resucitado y la bienaventuranza de aquellos que creen sin haber visto.

En estos 50 días de Pascua, nos unimos al testimonio de la Iglesia primitiva y proclamamos con alegría que Cristo ha resucitado verdaderamente. Que esta verdad transforme nuestras vidas y nos lleve a experimentar la plenitud de la vida en el nombre de Jesús.

Recen también por mí, para que el Espíritu Santo me guíe en este tiempo pascual, y que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con ustedes, sus familias y aquellos a quienes anuncien esta buena noticia.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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