Partidos políticos 2026: más son menos
El aumento de partidos políticos, lejos de enriquecernos, ha resultado en una fragmentación que pone en riesgo nuestra capacidad para gobernar de manera efectiva y predecible. La creciente atomización en el Congreso ha generado que tengamos 13 bancadas y 10 congresistas no agrupados. La posibilidad de llegar hasta 49 partidos políticos (30 ya inscritos) de cara a las elecciones de 2026, resultaría en cédulas de votación de dos páginas, algo inaudito que nos haría notar al mundo por nuestras ineficiencias.
Hay que romper el mito de que la multiplicidad extrema en el espectro político garantiza una democracia más representativa e inclusiva. La experiencia ha demostrado repetidamente que esta fragmentación ha conducido al estancamiento legislativo en lugar de propiciar el diálogo y consenso parlamentario. Es así que el populismo ha surgido triunfante, distanciándonos mucho de las reales soluciones que anhela el pueblo representado. Desde el 2021, hemos presenciado un Congreso cada vez más dividido, incapaz de establecer alianzas estratégicas entre el oficialismo y la oposición para promover decretos decisivos o mociones de censura incuestionables, lo que ha resultado en episodios que han destruido su imagen.
En el Perú, los partidos políticos se han convertido en puro formalismo para acceder a la política, careciendo en su mayoría de doctrina sólida, mostrando fragilidades, desunión e inestabilidad interna. Por lo tanto, la fuerza institucional ha afectado negativamente el funcionamiento del Congreso. Frente a desafíos similares, países como Ecuador han tomado medidas efectivas, aumentado su valla electoral para evitar dicha fragmentación en el Congreso Nacional Ecuatoriano, resultando hoy en una configuración más concentrada de cinco partidos con bancada.
Ante este escenario es urgente que los congresistas, guiados por un compromiso honesto con el interés público, defiendan con firmeza elevar la valla electoral del 5% al 10%. Esta medida aspiraría a fortalecer la presencia de partidos dotados de agendas políticas claras y robustas. Este cambio no solo agilizaría el escenario político, sino que también propiciaría la formación de alianzas perdurables, orientando al Congreso hacia la elaboración e implementación de políticas con visión de futuro, alejadas del populismo. A pesar de ello, la composición óptima del Congreso depende siempre de la integridad y calibre profesional de cada uno de sus miembros. Aunque elevar la valla al 10% nos podría llevar de un escenario de al menos 8 partidos, número que ya se ha visto superado a 13, a un escenario ideal de 5, con la finalidad de evitar la entorpecedora fragmentación.
Asimismo, siguiendo la perspicacia del exoficial mayor José Cevasco, se necesita hacer frente al problema del transfuguismo electoral, que destruye la confianza pública y la solidez de nuestro sistema democrático. Es urgente que el legislativo promueva la prohibición absoluta del transfuguismo, acompañada de penalidades severas para aquellos que busquen minar la unidad de sus bancadas por intereses particulares. Es clave, tal como señala Cevasco, concretar jurídicamente qué comprende el “criterio de conciencia” establecido en el Reglamento del Congreso, actualmente un término vago y fuente de innumerables controversias.
Es buen momento para que los congresistas se posicionen con valor e integridad, demostrando ser verdaderos delegados del mandato nacional. Así como en el pasado se adoptaron buenas decisiones, como el retorno de la bicameralidad, la abolición de la no reelección con Vizcarra, el impulso de la Escuela Nacional de Magistratura, entre otras iniciativas significativas, hoy se presenta la oportunidad de elevar la valla electoral y erradicar el transfuguismo. Este avance hacia la reforma sería el único camino viable hacia un futuro en el que las decisiones del Congreso reflejen auténticamente el interés colectivo y promuevan el bienestar de nuestra sociedad en su conjunto.
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