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París y otras ciudades francesas como la Roma de Nerón

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Fecha Publicación: 01/07/2023 - 20:50
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La muerte por asesinato de Nahel, un adolescente de origen argelino por manos de un policía que le disparó a quemarropa en las afueras de París durante un control de rutas, viene produciendo una de las olas de protestas más graves y violentas en toda Francia, contándose casi mil detenidos y más de medio centenar de policías heridos, hasta llegar a jaquear al gobierno de Emmanuel Macron que no tuvo más alternativa que suspender su viaje de hoy a Alemania. Francia hace buen tiempo vive uno de los fenómenos sociales más complejos de su historia contemporánea, principalmente por la migración que debió asumirse como un fenómeno positivo como sucede en la inmensa mayoría de casos en el mundo. Francia ha sido percibido como un país poco o nada tolerante con la llegada masiva de quienes huyen de las guerras y del hambre, principalmente en el Medio Oriente y el norte de África.

De los más de 68 millones de habitantes que tiene Francia, se calcula que los migrantes llegan hasta los 8,5 millones, es decir, alrededor del 12%, siendo los de origen islámico -en tercera generación- el mayor número, superando los 6 millones y de éstos son más de 3,2 millones los que proceden de espacios tan difusos y fallidos como el cuerno africano. Así está la situación de dramática y sin temor ya se afirma que Francia vive una de sus más complejas fracturas sociales en su historia nacional reciente. En efecto, lo que está viviendo la sexta economía del planeta no hace sino poner en el ojo de la opinión pública internacional este problema que ha agudizado el debate en torno de la población extranjera que sigue llegando al país de Carlomagno. Nahel es árabe y por allí comienza penosamente el problema.

Paradójicamente Francia es uno de los países más islamizados del viejo continente contando con más de 2,250 mezquitas a lo largo y ancho de todo el territorio galo. La evidencia por video de que el joven conductor no representaba ninguna amenaza y de que fue ultimado sin misericordia, desnuda el desprecio de un sector relevante de la sociedad francesa por los migrantes que vienen contribuyendo al desarrollo económico del país. Los desórdenes en diversas partes del país con saqueos y hasta soltando leones por las calles solo confirma la ira social ante tan inobjetable y deleznable acto criminal.

Los nacionalismos de la ultraderecha francesa que desdeñan in extremis a la cultura musulmana –tremendo prejuicio que podría fracturar más aún a la sociedad francesa-, tienen una enorme responsabilidad en un país que socialmente podría entrar en una involución poniendo en riesgo su destino inmediato que podría incluir al propio gobierno de Macron. Es verdad que Francia es considerada una nación altamente vulnerable al terrorismo internacional habiendo sido blanco de ataques del fundamentalismo extremista islámico, que es distinto de la religión islámica, pero nada justifica una actitud dominada por el prejuicio social.

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