Parar la locura trans
En el panorama actual, la cuestión del género ha trascendido su naturaleza biológica y psiquiátrica, convirtiéndose en un frente ideológico impulsado por la élite globalista, sus intereses económicos y experimentos sociales.
La progresía y el lobby trans promueven una narrativa que minimiza los riesgos de las intervenciones médicas, quirúrgicas y hormonales, mientras desvirtúan los fundamentos de la biología. Este fenómeno, alimentado por un poderoso aparato mediático y comercial, genera graves consecuencias para la salud física y mental de quienes optan por la ilusoria “reasignación de sexo”.
El campeón olímpico Bruce Jenner, hoy Caitlyn, transicionó a mujer e inicialmente los medios lo elevaron a la categoría de héroe, recibió condecoraciones, tuvo un reality show de una temporada y pasó al recuerdo. Lo mismo que la joven actriz Ellen Page, hoy Elliot, que después de protagonizar varias películas no se le vio más. O Chastity Bono, hija de la icónica Cher y del fallecido Sonny Bono, era una guapa joven lesbiana, vocera de su comunidad, que transicionó a ‘hombre’ en 2008, completando su proceso en 2010. Hoy es Chaz Bono, defensor de los derechos LGBTQ+, que fue noticia por un corto tiempo.
Las cirugías y tratamientos hormonales implican una dependencia de por vida a medicamentos que, lejos de ser inofensivos, incrementan significativamente la incidencia de cáncer, problemas cardiovasculares, obesidad, osteoporosis, falta de control de ira, depresión y todo tipo de trastornos metabólicos.
Las “mujeres” trans presentan mayor prevalencia de cáncer de mama debido a los efectos secundarios de los estrógenos. A pesar de estos riesgos, las grandes farmacéuticas y ciertos sectores médicos continúan beneficiándose económicamente de esta problemática.
En paralelo, ha surgido un fenómeno preocupante denominado Disforia de Género de Inicio Rápido, identificado por organizaciones como AMANDA en España. Esta condición, asociada al contagio social y al bombardeo propagandístico, afecta especialmente a adolescentes con problemas subyacentes como el autismo, TDAH o trastornos alimenticios. AMANDA destaca que el 80% de los casos corresponde a niñas, y que el aumento en solicitudes de atención en unidades especializadas ha sido exponencial. En clínicas como Tavistock, en el Reino Unido, el incremento fue del 4,000%, con denuncias por diagnósticos apresurados e inadecuados.
Una adolescente española, expuesta a la confusión ideológica, ha cambiado varias veces de género en menos de un año, reflejando la vulnerabilidad de los jóvenes ante estas dinámicas. Se está priorizando la ideología por encima de la ciencia, desempolvando estereotipos de género que fomentan la idea de que los gustos y comportamientos definen la identidad sexual.
La crítica a la “locura trans”, como la denominó el expresidente Trump, no busca negar la existencia de personas con disforia de género, sino cuestionar el enfoque apresurado y lucrativo que las sociedades modernas han adoptado. En palabras de expertos como Gene De Haan, la transición hormonal y quirúrgica no revierte la biología, sino que genera desequilibrios profundos y riesgos irreversibles.
Es crucial detener esta locura basada en evidencia científica que anteponga el bienestar de las personas e informe sobre la influencia de intereses económicos e ideológicos en este tema.
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