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Para criticar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado

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Fecha Publicación: 27/06/2025 - 22:40
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Hace unos días, el presidente del Congreso, el Dr. Eduardo Salhuana, afirmó que el Congreso de la República es una de las instituciones más transparentes que existen en el país, y no ha mentido.
El proceso de transparencia en la información del Congreso se inició en 1997, con la creación de su página web. Para quienes no lo saben, en esa época no existía aún la ley de transparencia, que fue aprobada en 2002. Es decir, el Parlamento, gracias a la decisión política de quienes lo dirigían, fue pionero en el país en comenzar a transparentar todas sus compras, el uso de recursos logísticos, de personal, así como los procedimientos relacionados con las leyes.
Para complementar su flujo informativo en aquellos años, se incluyó en la parrilla de programación de la televisión por cable el Canal del Congreso, mucho antes que otras instituciones del Estado, así como un programa semanal en Radio Nacional llamado “Punto de Encuentro con el Congreso”. Este programa permitía la participación de estudiantes secundarios y, en coordinación con el Fondo Editorial del Congreso —creado en esa época por la Dra. Martha Hildebrandt—, se entregaban libros y materiales de lectura a los participantes.
Pero eso no es todo. La estrategia de comunicación del Congreso también incluyó la participación ciudadana a través de la creación de una Oficina de Participación Ciudadana, que existe desde hace más de 30 años. Este espacio permite que los proyectos de ley estén a disposición de la ciudadanía para recibir opiniones, las cuales son remitidas a las comisiones ordinarias y forman parte del expediente legislativo. Esto último se implementó a principios de los años 2000, como parte del proceso de transparencia y participación ciudadana del Congreso.
Escuché en algún medio de comunicación algunas críticas sobre lo manifestado por el presidente del Congreso respecto a la transparencia de la información, y eso me motivó a escribir esta columna sabatina. Pero lo cierto es que las nuevas generaciones desconocen todo lo que el Parlamento ha venido haciendo, gracias a la voluntad política de quienes lo lideran.
Quienes me conocen saben que también critico al Parlamento, en la libertad que me otorgan los derechos que la Constitución me concede. Otros también lo critican, pero —como dice el dicho— para criticar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado.
Hasta el próximo sábado.

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