Panorama
Varios de mis lectores me han preguntado de un tiempo a esta parte por qué no estoy escribiendo regularmente. La respuesta es muy sencilla: porque no tengo nada que decir. Y para no tener nada que decir es mejor no escribir nada. De lo contrario, se cae como articulista en el paraíso de los lugares comunes, repitiendo lo que ya otros en tropel han dicho. En el ámbito local, que es el más pedestre, el escenario parece ser el mismo pero con diferentes actores. Que el Rolex, que la cirugía, que las encuestas, que los parientes a los que hay que buscar con lupa en el árbol genealógico que contratan con el Estado, que el hermanito, en fin. Y los congresistas no se quedan atrás, creando oficinas inútiles para darle trabajo a sus prosélitos políticos. ¿Algo más? El salvataje congresal a la inhabilitación del gángster Martín Vizcarra y sus secuaces que, finalmente, no fueron inhabilitados por el golpe de Estado que cerró el Congreso de mayoría fujimorista. Le quedan, sin embargo, varias otras ya aprobadas. Bueno, ¿qué se puede decir de nuevo de todo esto? No mucho, salvo que los fujimoristas tienen vocación de mártires y Vizcarra de pillo. Porque nadie me va a decir que el fujimorismo no tiene operadores políticos para que no se hubiera consumado la impunidad de Vizcarra y su argolla caviar en el Congreso que él mismo cerró. Los dejaron vivir. Los perdonaron. Eso es todo.
El ámbito internacional está más interesante que el local. Murió el Papa. ¿Qué podemos decir? No unió, sino que desunió a millones de católicos con su política de puertas abiertas a la cultura woke. Eso generó dos alas de católicos enfrentados cainítamente. ¿Qué esperar? Primero, RIP. Segundo, que su sucesor sea más moderado. Eso solo bajaría las tensiones en la Iglesia que Francisco creó con su ecumenismo woke. Como decimos los periodistas: la noticia está en desarrollo. El próximo martes 7 de mayo empieza el cónclave del cual saldrá entre humo blanco el sucesor de Francisco y de Pedro.
Por último, están los 100 primeros días de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos bajo su segundo mandato. Sus detractores, que ahora están en la derecha y la izquierda, lo acusan de que ha puesto el mundo de cabeza con su política arancelaria que remeció el stock market. Es cierto. Una de las interpretaciones que creo más verosímil es que esta es la típica estrategia negociadora del tira y afloja por medio de la cual se quiere sacar la mayor ventaja y la mejor posición en un juego mundial de comercio. Por lo pronto, varios ya saben quién es quién en ese panorama comercial donde el que llega primero y pone las reglas de juego del nuevo orden tiene ventaja sobre los demás. Además, y sobre todo, la barrida ideológica que ha hecho Trump del wokismo es lo mejor de su breve mandato. Veremos si al final de su mandato, para el que faltan cuatro años, funciona la estrategia negociadora de los aranceles y la posición de Estados Unidos en el mundo, libre del wokismo.
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